Cerca del Sena y de la iglesia de Saint-Germain-des-Prés se encuentra este restaurante, en un edificio histórico, de piedra y entramado de madera, decorado con vidrieras, retratos de reyes... Acogida fría y distante por parte de la jefa de sala (el único elemento negativo de la velada, pero ja s'ho farà). Mesas bien vestidas, con cubiertos de plata, buenas copas, bonitos manteles, velas... Carta escueta y dos menús. Elegimos el menú noche (primero, segundo, quesos (no, gracias) y postre. Para empezar unos esparragos con jamón y una crema de langosta, seguimos con un pollo al estilo "Albufera" y un filete de ternera, y terminamos con unos postres de chocolate y plátano. Ante de los postres salío el cocinero, Manuel Martínez, nieto de asturianos, muy agradable. Cocina clásica francesa con alguna influencia española y raciones generosas. Carta de vinos no demasiado extensa, pasadísima de precios y con referencias exclusivamente francesas. Tomamos un Haute Côte de Nuit 06.
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