Paseando de vuelta al hotel, pasamos por la puerta. Al día siguiente, después de comprobar que el restaurante al que queríamos ir estaba cerrado por vacaciones, estábamos cerca y nos decidimos a entrar. Acertamos.

Local con barra y mesas altas para tapeo en la entrada y 2 comedores interiores, para fumadores y no fumadores. Decoración moderna y minimalista con armarios en madera oscura. Buena separación de mesas. Copas ARC. Cubertería, vajilla y mantelería adecuadas a su categoría. Servicio atento y servicial, aunque algo olvidadizo... y eso que sólo éramos dos mesas.

Comimos unas tapas como entrante:
- Papas arrugás con mojo (7,50€) Muy buenas. La salsa, cargadita de comino. Totalmente a mi gusto.
- 3 Lechón con migas (5,-€/ud.) Bastante bien, aunque las migas parecían más bien pan frito.
- 1/2 pulpo con allioli y miel (5,75€) Delicioso. Muy sabroso... Quizá debimos pedir más...

Como plato principal, los 3 tomamos arroz con carabineros (17,-€/ud.). Salvo que los valencianos opinen lo contrario, ¡¡¡BUENÍSIMO!!! Incluso nos preguntaron si queríamos que lo sirviesen al centro para comerlo a la valenciana.

No llegamos a los postres, que también tenían, a priori, muy buena pinta.

Una botella de Azares sauvignon blanc, 2 aguas y un cortado. La copa de vino dulce no me la cobraron. Nos dieron a probar un tokaji Oremus 3 puttonyos de 1992 que estaba estropeado... igual por eso no nos cobraron el otro vino dulce, un shyraz de la zona realmente bueno.

En la carta de vinos faltaban varios, ya que la están actualizando. Me di cuenta porque al fondo del comedor hay un aparador-botellero donde estuve chafardeando. En la carta, vinos tintos de la zona, Rioja y Ribera de Duero; algunos blancos, casi todos de la zona; pocos rosados y algún cava.

También es un buen lugar para tapear. Tapas originales y sabrosas.