En una de sus entradas se puede ver una cetárea de mariscos, aunque en nuestro caso fuimos allí para probar las joranadas del arroz que celebran en enero.Decoración clásica, con varias dependencias separadas.Comenzamos por unas zamburiñas al horno y las croquetas. Después nos decidimos por un arroz de mariscos caldoso, y por una arroz negro con choco. Bien de puntos, el uno mojado y el otro seco, y sabrosos. Muy abundantes las raciones. El problema fue la espera entre los dos primeros, muchísimo tiempo, exagerado para mi entender cuando tenía más de la mitad de las mesas libres y era un sábado a mediodía.La carta de vinos demasiado clásica, centrada exclusivamente en ribeiros, albariños, riojas y riberas, y a unos precios demasiado elevados. En los postres algún detalle interesante, como el helado de queso con membrillo, pero también a unos precios desorbitados. Servicio correcto, pero sin más.
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