Decidimos parar a almorzar, hacia tiempo que no ejercitaba yo este saludable ejercicio. Y nos decidimos por este viejo conocido, pero del que nunca habia colgado nota, y la verdad no se porque.

Carta de vino??? no tienen, de chateo y en vaso duralex.

Carta de menú, no se si tiene, no importa.

Entorno, el normal de una típica venta, mesas con tablones de marmol, sillas para sentarse, lo normal.

Pero nos metimos para el cuerpo unos chorizos a la olla, unos huevos fritos de corral con puntillitas, y unos filetes de lomo embuchado, todo arrimado con pan candeal en condiciones, que todavia me estoy relamiendo. Que bien me sento, por Dios.

Al final uno vuelve a los origenes, y es que nadie se acordó de las deconstrucciones, de las espumas ni de leches.

Yo vuelvo, seguro.