Esta segunda visita sirve para ratificar lo dicho tras la primera. Nada es de sobresaliente, pero todo, o casi todo, alcanza el nivel suficiente para salir medianamente satisfecho. En esta ocasión comimos croquetas de centollo (no son las del Echaurren, pero también están muy buenas), almejas a la sarten y arroz con bogavante. Este último, aun estando bastante decente, está a años luz de los que sirven en algunas selectas mesas del mediterráneo (en el Can Boch de Cambrils, por ejemplo), pero supera al que sirven en la mayoría de los restaurantes de San Vicente de la Barquera, donde suele ser el plato estrella de muchas cartas. Los postres, aspecto que se descuida en muchos lugares de categoría media, alcanzan un nivel muy bueno. El vino es su principal apartado a mejorar, pues las copas son inadecuadas y faltan muchas marcas anunciadas en la carta. Los precios son medios y el servicio, algo acelerado en esta ocasión, es agradable y efectivo.

Dentro de la restauracion de esta bella localidad, en la que abundan los restaurantes de medio pelo, posiblemente sea uno de los locales más dignos. Como la mayoría de los restaurantes, está especializado en los mariscos y pescados, así como en los arroces, que ofrecen en tres versiones: con bogavante, con almejas y negro. Los postres sorprenden por su buena elaboración y presentación. La bodega es muy reducida, encontrándose entre los vinos blancos alguna marca de la región, que conviene probar, pues no es habitual hallarlos en la mayoría de las cartas. Lástima que las copas sean totalmente inadecuadas. Llama la atención, por no ser habitual en los restaurantes de gama media, el que existan varias referencias de vinos de postres, existiendo entre la media docena de ellos el local "tostadillo de Potes". El servicio es amable y atento. Para volver en otra ocasión.