Trato familiar y comida deliciosa. Nos encanta tanto para el aperitivo ( en el que son más que generosos ) como para picar algo más, o comer en la parte del restaurante. Se nota que los propietarios son los que lo trabajan, y ponen verdadero cariño en ello. Te hacen sentir como en casa. La decoración también es agradable, con fotos antiguas de Madrid que merece la pena pararse a mirar. Relación calidad precio inmejorable... y sobre todo, te sientes como en casa.

Restaurante de ciudad periférica, sin muchas pretensiones pero que depara gratas sorpresas. El entorno y la decoración correcta, lo peor que la zona de restaurante no está plenamente separada de la barra de tapas. El servicio es correcto, en cuanto al vino servicio adecuado, carta de vinos no muy amplia, pero con ciertas referncias originales como Enrique Mendoza, Casa de la Ermita o Viñas del Vero, vinos que rompen el típico esquema de muchos restaurantes. La comida y la presentación alcanza buen nivel para lo correcto de los precios, dejarse llevar por las recomendaciones del día que pueden ser desde un magnífico lenguado o una gran lubina salvaje o buenas carnes. Ricos los entrantes, muy buenas las croquetas, los huevos rotos con foie y también cuando lo hacen el arroz. Postres mejorables.