Tras mirar los comentarios de este lugar en general, nos decantamos por este restaurante. Al llegar nos atendieron muy amablemente y nos llevaron a la zona de comedor (cuando habían mesas libres en la parte del bar) Nos sentamos (solos en toda la sala) y le pedimos consejo: jamón ibérico y queso manchego. Después comenzó a sugerirnos platos (alcachofas, carne de cerdo a la brasa, embutido,....) y decidimos no pasarnos con el cerdo así que pedimos croquetas de jamón y una ensalada especial con aceite de oliva y chocolate con menta, indicándole que tal vez pediríamos carne después si continuábamos con hambre. Al ver el pan que nos habían puesto (de esos bollos congelados blancos) decidimos pedir el especial de la carta y nos contestan que ese era el especial. Mientras comíamos el jamoncito (bastante bueno) y el queso (también) nos traen la ensalada: alucinante. Una ensalada de toda la vida sacada de la bolsa de plástico con cebolla, atún y jamón, y nos dice la camarera que es nuestra ensalada mixta ¿?. De repente le decimos que habíamos pedido la especial de chocolate. Nos pide disculpas, se la lleva y nos la trae de nuevo a los 3 minutos la dueña diciéndonos que es así, y que el aceite DE CHOCOLATE, nos lo traía enseguida. Sinceramente, hay que tener poco gusto culinario, a parte de la desfachatez de engañarnos, de mezclar atún con chocolate. Decidimos pagar, sin pedir nada más (postres, cafés,...). La señora (dueña del local) trató de rectificar, invitándonos a chupito, pero ni de eso teníamos ganas. Conclusión: la comida que no es elaborada (jamón y queso), buena. La elaborada (pan, ensalada, croquetas), pésima. 78€ entre 3. Tomadura de pelo.