Ya no es recomendable. Habíamos ido varias veces a comer, siempre elegimos dos menús degustación, antes llamado menú Payador y está última vez (marzo 2018) la experiencia dejó mucho que desear. De un plato rebosante de setas, han pasado a servir dos setas troceadas, que a penas darían para un comensal. Pedimos una copa de Rioja e intentaron cobrarnos botella entera. La atención al cliente lamentable. Además, es habitual que reserves mesa y cuando llegues hayan reservado más de la cuenta en el mismo horario y tengas que esperar de pie un buen rato

En primer lugar el restaurante no se ubica en una casa antigua sino en antiguos lagares de origen árabe. La comida es exquisita a mi entender, la mejor morcilla y ensaladas, sin desdeñar las carnes a la parrilla , de lo mejorcito que puedes encontrar, y todo ello a un precio muy asequible.

El vino es natural y a decir de muchos catadores sin nada que envidiar a otros vinos jóvenes que se venden en el mercado a precios desorbitados, lo digo porque lo he comprado en la tienda del establecimiento para nuestro club de cata. Además es natural sin colorantes, cnservantes ni correccines de ninguna clase, lo cual se agradece bastante, teniendo en cuenta las fabricaciones casi sintéticas a las que nos tienen acostumbradas algunas de las grandes bodegas.

Curioso. El restaurante se ubica en una antigua casa, con muy poca ilumincaión (especialmente vetas) la comuda en línea con lo que esperábamos: ensalada normal muy bueno el chorizo y morcilla, asi como el queso, espectacular la carne los postres más normales. Al final de la comida puedes visitar las cuevas. Vale la pena. Lo único que no me convenció en absoluto, fue el vino. Nos dejamos aconsejar y nos pusieron un cosechero, infumable...