Situado en el pueblo de Genova, a pocos km de Palma.
Lo primero que llama la atencion es un gran luminoso de neon, que sumado a un parking con seguridad privada, parece mas que estas entrando en un sitio de dudosa reputacion que en un restaurante.
Decoracion en plan rustico, jamones colgados del techo, jarras de barro, gran parrilla a la vista, todo ello muy masificado, sobre todo de turistas extranjeros.
Mesas, vajilla y cristaleria muy basicas.
Para compartir elegimos, caracoles con alli oli 9.5€, bastante buenos y el all i oli de verdad. Frito mallorquin 6€, especie de pisto con asadurilla, muy rico.
De segundos gazapo 11.2€, como su nombre indica, pequeño conejo abierto a la mitad y cocinado a la brasa, muy rico y lomo con col 9.9€, rollitos de col rellenos con lomo, con sabor parecido a la carne de cocido, bien.
No pedimos postres ni cafes, ya que hacia mucho calor y nos empezabamos a agobiar.
En el apartado de vinos tienen una carta con referencias bastante clasicas y dobladas de precio, ante esto y las copas ridiculas en las que te servian, nos decantamos por una jarra de sangria 9.5€.
No esta mal para degustar las especialidades mallorquinas.

Restaurante de batalla típico de la zona en el que hay que reservar o hacer largas colas. Dos comedores enormes con vistas a un precioso valle y la sierra de Tramontana conforman este restaurante de cocina típica mallorquina y carnes a la brasa.
La cocina es cuidad, bien elaborada y ante todo, típica de la zona, que es lo que nosotros buscábamos (tumbet, arròs brut, fritada mallorquina…). Servicio rápido y eficiente, sin esperas pese a la cantidad de comensales que se reúnen, sin pompas pero efectivo y muy atento.
La bodega es escueta, con representantes de la zona, correctos los precios pero las copas dejan mucho que desear, algo totalmente entendible por las características del local.

Es un buen restaurante para degustar la cocina típica de la zona, sin demasiados lujos pero con una excelente RCP.