Totalmente de acuerdo con el comentario anterior, y sobre la falta de tipicidad y sabores de los platos que son por lo menos bien realizados. Elegimos un Borgoña blanco, nada del otro mundo y bastante subido de precio, la carta de vino es cortita y poca interesante. En general hemos disfrutado de esta noche pero faltaban cositas para estar muy bien.

Restaurante Tailandés en las afueras, con ambiciones prometedoras. Impecable atención desde el coche hasta el mantel. En los entrantes hay de todo: desde unas excelentes vieiras hasta “variados” basados en platos excesivamente callejeros. Los principales evocan gozosamente la comida thai nativa, pero echamos de menos un mayor toque de sofisticación y perfume en los curris al recordar el precio de cada plato. Carta de vinos cortita. Servicio preciso y con muchas ganas de agradar.
Lo mejor, sin duda, el cosmopolita decorado y el seductor ambiente nocturno, tanto dentro como fuera.
Lamentablemente, el precio de platos y vinos está más acorde con los honorarios del interiorista, que del cocinero y del sumiller de ETT. Pero, cuando NY acaricia Alcobendas, ¿a quién le importa