Probablemente nos encontremos frente al restaurante que mejor sabe cocinar la fideua y el rossetjat,varios premios avalan su muy merecida fama.
Hermoso restaurante situado a los pies de la torre, con aire tipico tanto en su apariencia como en su concepto, decorado con elementos tradicionales de la labranza y el campo y enseres casi de museo se dan cita en la paredes y altillos.Distintas estancias separan a los comensales que con comodidad se sientan en sus mesas para observar toda profusion de fotos que penden de sus paredes, las hay para todos los gustos.
Excelente oficio de cocinero y aun o casi mejor servicio y trato, la cocina es sabia tanto en su elaboracion como en su oferta, nadie es traicionado ni en su paladar ni en su bolsillo, el vino ofertado es menguado pero honrado, predominando mas los R.Duero y Riojas que cualquier otro, el coperio esta a la altura de las circunstancias, no tanto el servicio de vino que es inexistente, por cierto tomamos un Arzuaga del 2002 por 18€.
Recomiendo probar casi todos sus entrantes, pero el revuelto de morcilla o las cebollas al romescu son de lo mejor, junto al foie autentico!!!
Imprescindible reservar.