Es lo que consta en la tarjeta de presentación de este curioso restaurante del centro de Mahón. Servicio entusiasta por parte de su directora de sala de origen italiano. La cocina es sencilla, pero interesante. No deslumbra pero llama la atención . Comenzamos con lo mejor , con un  impacto visual y gustativo: la flor de calabacín con ricotta. Un entrante novedoso, difícil técnicamente hablando con un excelente resultado final.. Los segundos como el rape o la raya alcanzan un buen nivel , se cuida la materia prima y la presentación . La impronta italiana del restaurante salta a la vista, no por lo convencional , sino por la delicadeza y buen gusto. No entendimos lo del pan: un minúsculo panecillo de trigo viejo nos dijeron , con un par de mililitros de aceite y 5 euros. Dos panecillos, 7,5 euros. No aporta mucho , más bien desaporta...Terminamos con un chocolate fluido en copa con praliné de avellanas , gustoso y estimulante. Carta de vinos interesantes, con precios desmedidos como ocurre por aquí. Coaps J,. Glass.Nos gustó , merece la pena.

Cierra a las 14h30, ojo...