Restaurante de bodega pero con aspiraciones de tener presencia como restaurante con nombre propio. Tiene el aliciente de la posible visita a la bodega y sobre todo una ubicación encima del rio Sil con las laderas de viñas de cultivo heroico que son una preciosidad desde el mirador de la bodega y también desde la terraza del restaurante.

La decoración del local es moderna pero manteniendo sensación de acogimiento con una chimenea central. No muchas mesas pero todas amplias, cómodas, con buenas copas, vajilla y cubertería y sin mantelería en imitación al Noma; sillones cómodos que permite una larga estancia. La música, como siempre, se percibe algo más de lo necesario sobre todo como en este caso si hay pocas mesas ocupadas.

El servicio es de alto nivel pero sin perder el fácil contacto personal. Puede aspirar a estrella Michelín porque su carta de vinos, aparte de los propios, es amplia y variada con un estupenda cava a la vista. Hay maridaje de vinos (21€) pero que declinamos por el tema de carretera posterior más la cata en bodega, y nos quedamos con una botella para los cuatro del Regina Expresión Mencía tinto 2019 (31€) que supone un doblaje de precio pese a estar en la bodega ¿? y que merece mucho la pena comparado con el básico de la bodega que probamos en la cata donde los que más gustaron fueron los blancos; su servicio consistió en descorche, dado a catar y servicio perfecto durante toda la comida.

Tiene un único menú degustación de 7 pasos que se acompaña de un muy buen pan de masa madre y otro tipo brioche que hay que moderar su consumo por lo que viene. Lo que tomamos sobre un hilo conductor de una aldea y sus personajes:

. aperitivo de quesos fermentados con un punto de wasabi por encima: muy agradable y que prepara para entrar en materia.

. focaccia hecha con aceite de oliva y aceite de romero para una buena y sorprendente mantequilla de bellota

Pasamos a los platos y el relato:

. el druida que tiene una piedra mágica para hacer la sopa recogiendo los ingredientes de los vecinos lo que significa la unión de todos los pobladores: la sopa del druida: no se los ingredientes y no son muy de sopas pero debo reconocer que es un caldo que hubiera firmado el propio Ricard Camarena, el chef que hace caldos con el agua. Sobresaliente.

. merluza con una emulsión de limón en el fondo con unas hojas de zanahoria por encima más un pilpil hecho con el caldo de las cabezas, espinal y colas terminado en mesa con aceite de vainilla para aromatizar lo que corresponde al 2º personaje, el pescador que paga su estancia en el pueblo con el resultado de su pesca. Perfecto punto del pescado y con los complementos se realza el sabor del pescado. Muy bien.

. galleta de cereal con paté de guisantes con polvo de fresas por encima y una emulsión de ajo negro en pequeños puntitos; representa la enseñanza del druida de saber elegir los productos en el bosque. Fue le plato que menos gustó.

. jabalí con una salsa de reducción de la cocción con zanahorias y crocanti de las mismas y con fiuncho (cítrico) que aporta frescor al plato de una carne intensa pero jugosa y tan tierna que parece imposible que sea de un animal salvaje; por supuesto que aquí el personaje de la aldea es el cazador que deja la pieza a fuego lento toda la noche. Quizás el mejor plato por la calidad de la carne guisada. Platazo.

. ternera gallega con una crema de patatas con queso por encima más una emulsión de pimientos rojos y chimchurri con patata crocanti: hubiera sido el mejor de no haber tenido el anterior pues la carne está deliciosa con un punto medio de fuego y unos pequeños toques complementarios que no enmascaran el producto principal que es de muy alta calidad. Aquí el personaje es la reina, la reina de las carnes gallegas y con razón. Sobresaliente.

. postre: carbono activado con limón: una presentación y emplatado espectacular consistente en unos dados de limón cubiertos por el carbón. Muy curioso y original.

. un trampantojo de manzana: en su interior es un mousse de chocolate con un corazón de frutillas y un espolvoreado de un brownie siendo la hojita lo único no comestible; se parte por la mitad para compartir entre dos. Muy bonita la presentación y bien los sabores y texturas. Muy bien.

Rematamos con cafés muy buenos y con tazas muy originales. La sobremesa se hizo corto entre las fotos del paisaje y que nos adelantan amablemente la visita y cata en la bodega ante la perspectiva de una fuerte tormenta de lluvia y viento que se empieza a formar aunque luego fue menos que aparentaba.