Hace dos años que el local cambió la gerencia, solo la gerencia, y funciona de forma excelente como lo demuestra el lleno completo del aforo y algún doblaje de mesas, además de buenos comentarios en redes sociales y webs habituales.

Situado cerca del llamado Escorial de Monforte, cuya visita guiada se hace imprescindible, se trata de un restaurante de corte decorativo clásico con una sala amplia luminosa que termina en una bonita escalera de madera tipo imperial con estatuas clásicas; hay una foto de la Ribera Sacra desde un mirador que es un anticipo a la visita a bodega que vamos a hacer por la tarde.

Las mesas de buena anchura y a modo de mesón clásico, sin mantel, con buenas copas y sillas cómodas; una buena barra de madera y sillas altas a la izquierda permite el tapeo. El servicio amable, cercano y eficiente; el ritmo de salida de platos fue muy rápido.

La carta de comidas impresa plastificada pero al menos hecha con cierta decoración y cuidado, se distribuye en unas entradas y ensaladas, un corto apartado dedicado al huevo y los platos del mar y de carnes más los postres y algunas posibilidades de encargo previo; se añaden también algún plato más según mercado por lo que hay una variedad más que suficiente.

Para beber optamos por un par de tintos de verano bien preparados, un agua grande de Solán de Cabres, un vermut blanco y 3 copas sueltas. bien servidas en mesa, de un godello blanco seco, Finca Cuarta, que acompañaron bien.

Para comer acompañó un buen pan de hogaza y compartimos al centro para los cuatro comensales lo más clásico del lugar que son sus tapas y postres:

. parrillada de verduras: variedad y calidad con buen paso de plancha, sin excesos. Bien.

. pulpo "La Fábrica": pata de pulpo bien cocida y bien condimentada y complementan unas patatas enteras cocidas. Notable.

. volandeiras plancha: muy sabrosas, leve aliño; debíamos haber repetido pero el copioso desayuno del parador la cata en bodega de la tarde más la reserva de la cena, nos hizo ser prudentes. Muy bien

. almejas marinera: no muy grandes pero bien cocinadas que permitió, pese a todo, acabar el pan.

. tarta de queso al horno: casera, bien de sabor y textura. Notable.

. empanada de manzana: presentada de forma entre empanada y tarta, muy hojaldrada, bien de sabor. Triunfó.

Unos cafés (por encima de la media) con hielo más, por cortesía de la casa, unos licores / orujos nos permitieron una agradable sobremesa para hacer tiempo y acudir a la bodega A Cova, tan difícil de acceso como inmejorables vistas (en todo el viaje no hemos visto unas mejores) de la Ribera Sacra en pleno meandro del río.