¿Una bodega en el centro peatonal de la ciudad? Pues ahí lucha contra las franquicias que cada vez invaden y despersonalizan la gastronomía de la ciudad. Su relación va con El Carrer de Campanar un local también en el centro de lo que antes fue un pueblo y con una carta también con su punto de bodega antigua y una cocina que la actualiza.

El espacio es el clásico tubo con barra larga en el flanco izquierdo y mesas pequeñas junto a banco corrido pegado a la pared. Hay un pequeño pasillo (junto al WC) que da acceso a otro comedor que supongo que se abre si hay aforo suficiente. Las mesas y sillas simulan las antiguas mesas de mármol con sillas ad hoc. Todo ello hace que el espacio no sea lo mejor si padeces de dolores lumbares. Pero la decoración es muy agradable y limpia y el servicio es tan joven como bien preparado, amable, conocedor y eficiente, al menos hoy que no hay apuros de asistentes.

Su carta contiene sobre todo tapas/raciones a compartir además de los bocadillos propios de los almuerzos y opción de cocas al estilo alicantino. Tiene además unas catas en último miércoles del mes porque tiene una especial dedicación al tema de vinos del Mediterráneo.

Almuerzo de compis de colegio en nuestra periódica cita. Para beber coincidimos todos en cerveza de presión y para almorzar, todos en bocata, por cierto bocata y no pan partido aunque al abrirlo completamente (facilitando el rellenado) hace que al comer se complique para que no se caiga su contenido. El pan muy bueno, crujiente con poca miga esponjosa recordándonos una pataqueta aunque en forma de bocata al uso; el tamaño medio. Los rellenos:

. bocadillo de pollo asado con alioli de tomillo y limón: el pollo desmigado quedó mínimamente seco a pesar del suave alioli; en compañía de patatas asadas a gajos.

. versión del bocadillo Paquito: cordero guisado durante varias horas desmigado sobre puré Robuchon de boniato, bearnesa con miel de pino y chips. Referido como notable.

. bocadillo de figatells con habitas baby x 3: con 3 unidades por bocata con algo de mahonesa y cebolla roja. Referidos como más que buenos.

En este caso no hubo cacahuetes y aceitunas pero sí un pequeño plato de encurtidos como aperitivo. Los cremaets finales no defraudaron como tampoco las anécdotas y comentarios tipo remember que además se acompañó, por amable cortesía de la casa, de unos chupitos de mistela de Xaló. Ésto es empezar bien el día.