Un espacio muy complicado en su estructura, muy laberíntico, por debajo del nivel del suelo de la calle, sin ningún acceso de luz natural y que funcionó en su momento (Mar de Avellanes) y que desde hace años va dando tumbos (Nou Avellanes) con mal final.

No está mal decorado, pero queda un pequeño espacio a la derecha (y bajo de una escalera que sube a un altillo de la empresa) con un par de mesas juntas; hay también una mesa a la entrada pero que parece que estás comiendo castigado "fuera de comedor" pues ni siquiera has pasado el mostrador de la entrada; el resto es un tétrico pasadizo a pequeños y oscuros espacios con mesas aunque la iluminación trate de corregirlo. Nada apetecible.

Sin embargo ahora tiene una muy buena cocina a cargo de la chef Sandra Jorge formada durante años en La Sucursal, con especial mano en arroces y con diferentes premios, pero que funciona con menús cerrados de una cocina creativa que ya tiene recomendación de la guía Michelín. Los menús son El Degustación (50€); el otro es El Sentits (70€). El servicio de pan y aceite (2 pases) no está incluido y añade 5€ pero dudo si merece merece la pena porque el pan es poco más que correcto y creo debía ser mejor por el precio, sin embargo el aceite de Masía El Altet y de la aceituna local Changlot Real (este nombre no es lo mismo que el nombre del local aunque lo parezca) sí merece conocerse y disfrutarse, pero ...

Mesas bien vestidas, buenas copas vajilla cubiertos etc, con un tamaño medio y unas sillas cómodas; ésto salva el entorno de suspender. La salida de platos se hace a buen ritmo, aunque no era difícil con solo 3 mesas ocupadas.

En sala hay un muy buen servicio y conocimiento de vinos y platos. La carta de vinos es mucho más amplia (incluso hay 3 Orange Wines) de la media de estos locales con bastante variedad y horquilla de precios para diferentes bolsillos. No vi, salvo para vermuts y dulces, opción de copas sueltas. Ya entramos con los deberes hechos y optamos por espumoso y elegimos Caprasia brut nature, un cava local con chardonnay y macabeo que fue servido académicamente perfecto y de forma continuada durante la comida; no hubo ni agua ni bebidas previas.

Es la primera vez y parece que eso te mueve a conocer la propuesta de la joven chef porque todos los comentarios previos han sido favorables, así que nos vamos al menú largo que consistió en cuatro aperitivos (me niego a llamarles snacks) servidos a la vez, cuatro entrantes y un arroz final (en la noche, carne) más dos postres; a saber:

. gamba fresca, papaya y salsa de cava: una buena gamba fresca con un tartar de papaya, aceite de eneldo, salsa de cava y almendra laminada; muy suave, buena calidad. Empezamos bien.

. profiterol de sobrasada casera: lo sorprendente es que es una sobrasada casera hecha sin carne (vegana) hecha con tomate pimentón, pimiento, frutos secos y algunas especias, con la parte superior de maíz tostado; es recomendable comer de un solo bocado; la verdad es que el sabor de sobrasada está bien conseguido. Sorprende.

. steak de entraña: steak tartar de entraña de carne madurada 70 días; nada nuevo pero muy bien elaborado y buen producto.

. pilota aireada de pato y miel de ajo negro: un buñuelo de pelota de carne de pato coronada por una miel de ajo negro; bien elaborado el buñuelo y bien de sabor.

. ostra francesa con pepino, fresa y nube de horchata: ostra Guillarneau con ingredientes que mitigan mucho el sabor de la ostra que se pierde; elaboración para los que no les gusta comer ostras.

. milhoja de sang en ceba y manzana: clásica preparación valenciana de sangre con cebolla en versión 2023; bien de sabor, texturas y elaborada con muy vistosa presentación. Fotogénico y sabroso.

. calçot con crema pastelera escabechada y reducción de buey madurado: en temporada de calçots con una combinación muy arriesgada combinando sensaciones dulces y sensaciones cítricas, pero acertada; se remata con una papada ibérica por si le faltaba contundencia. Muy bien.

. mousse de bacalao, queso de cabra y salmorreta de albahaca: una falsa lasaña coronada por aceituna deshidratda y la salmorreta que es una salsa tradicional mezcla de sofrito y ñora muy empleada como base de arroces y fideuas de pescado; aquí se combina también con el queso aunque no parece integrarse todo en un conjunto sólido.

. arroz meloso de all i pebre de alcachofas: uno de los arroces más potentes de sabor que en probado en los últimos años; un fondo brutal, con un punto meloso que no caldoso; muy buenas las alcachofas de Benifaraig; decoración del plato con polvo de perejil. Solo un defecto: algo minimaslita para lo bueno que estaba, porque me hubiera comido un pozal como decía Chicote. Excepcional.

. mango con crema de coco y galleta de jengibre: una crema de coco con scrambler de jengibre y el aguacate que aporta cierto punto salado para contrastar; estética discutible, muy ligero, fresco, correcto.

. calabaza y chocolate en texturas: tocino de cielo de calabaza con puntos de calabaza ahumada con una brownie y chocolate de baileys:  postre minimalista total y que también por su sabor merecía una dosis más amplia.

Los platos han seguido una línea progresivamente creciente en intensidad con un muy contundente arroz final que te acaba de saciar; hay una mezcla arriesgada y bien ejecutada de sabores y texturas pero sobre todo son platos sabrosos con buenos fondos y no un mero añadido de ingredientes; se nota que hay trabajo de cocina detrás sin descuidar los emplatados y la creatividad.

Por la comida y por la sala merecería un sobresaliente. El único error (en valenciano, xanglot) es el local; sitio para arrancar bien en la cocina (ya lo ha hecho) y cambiar a mejor en el local, y eso solo se consigue con un traslado físico si quiere aspirar a más.