Situado en el casco antiguo de Baeza. Cuenta con un comedor interior no muy grande con aire acondicionado y un coqueto patio interior. Nos equivocamos al reservar en la terraza. Al ser interior, hacía un calor terrible. Servicio amable, aunque un tanto desbordado. Sin manteles. Servilletas de papel. Buen menaje. Docena y media de platos, la mitad disponible en raciones y tapas, la mayoría de los cuales son interpretaciones de recetas clásicas.

La carta de vinos es una pizarra con algo más de una docena de tintos y media docena de blancos, todos disponibles a copas. Precios x2 y más. Buenas copas.

Cena para dos a base de platos para compartir. Empezamos con la tapa de las primeras bebidas que nos sirvieron: ochío de una carne bastante insípida. Para olvidar.

Pedimos:

- Tapa de "Jilda" (3,50 €) - 2 unidades de solomillo adobado, aceituna gordal, piparra y pimiento del piquillo confitado. El solomillo, chicloso y apenas masticable. Prefiero la tradicional.

- Ensaladilla de escabeche (12 €) - Debería haber llevado codorniz escabechada, pero nos la cambiaron sin previo aviso por ventresca. Insulsa.

- Tapa de buñuelos de queso de cabra y compota de orejones (5 €) - Riquísimos.

- Tapa de raviolis de rabo de toro con salsa de boletus, crema de patata y nube de parmesano (9 €) - Muy sabrosos, queso aparte.

Al pedir la segunda ronda de bebidas, nos trajeron otra tapa: unas croquetas que no supimos descubrir de qué eran.

De postre, un delicioso cremoso de arroz con leche con toques de vainilla y lima, sin la capa de azúcar quemado (6 €), acompañado de una copa de Don PX de Toro Albalá (3,20 €), porque no había dónde elegir.

Además de la copa de vino dulce, bebimos una botella de agua osmotizada (1 €), una copa de cerveza Alcázar (3 €), dos jarras de clara (2,50 €/ud.) y una copa de manzanilla La Gitana (2,50 €), algo subidita de temperatura para mi gusto.

Luces y sombras en la comida. En el vino, solo sombras. No creo que volvamos, al menos a la terraza :-D