He vuelto un par de veces desde la última valoración, me pilla mucho mejor de distancia de mi casa que el de la Cava Baja.
Estuve ayer sábado 19/03. Reservé en la terraza, porque decían que era climatizada. Para nada. Está abierta, por la puerta, por arriba, por los laterales... para ir de junio a septiembre, de lujo. Para ir de Noviembre a marzo, una puta mierda. No te puedes comer un chuletón, pasando frío. Y no hay más. Tuvimos la lucidez de preguntar si había quedado alguna mesa dentro. A los 5 minutos nos ofrecieron un hueco en el 'bar Julián', que es una prolongación de la sala, está 100 metros más allá de la calle, pero forma parte del mismo restaurante. Sillas cómodas, musiquita, bien tratados... lo mismo que en esa terraza fría y lóbrega...
Comimos: chorizo de buey, muy rico. Lomo, bueno. Chistorra, muy bien. Chuletón: esta vez, de 10. Perfecto punto y TEMPERATURA, sabroso... magnífico. Pimientos como siempre, una maravilla. Buen pan. Postre, unos cigarritos y tejas, que acompañaron perfectamente a dos Martin Miller & tónica, a 13,5 euros cada uno. Bebimos un godello (5 euros), una alhambra 1925 (4 euros), y una botella de Camins del Priorat (35 euros).
Es un sitio caro, sobre todo por los entrantes y las bebidas, porque el chuletón no es más caro que en muchos otros sitios. Pero tiene algo especial. Esta vez la vedad que hemos disfrutado mucho. Pero ojo, consejo: NO RESERVÉIS EN LA TERRAZA EN INVIERNO...
El clásico restaurante de Julián de Tolosa de la Cava Baja abrió otro en la calle Ibiza. Tiene una estancia pequeña, ahora (diciembre 2021) con el covid está la puerta abierta y no es tan confortable como el clásico. Tienen también una terraza semicubierta en medio de la calle ibiza, con las típicas estufas. Dentro hay poco sitio y las mesas son pequeñas.
La carta es similar al clásico, sota, caballo y rey. Pedimos lomo de bellota (28), bastante bueno, boletus con yema de huevo, bueno también, y de segundo pedimos el chuletón y los pimientos: el chuletón, peor que en Cava Baja, menos maduración, y otra vez vino a la mesa con la temperatura muy muy justa, demasiado, le faltaba calor. Los pimientos... hacen que la visita merezca la pena... repetimos, dos raciones (a 18 cada una), sin palabas, una jodida delicia. Utilizamos los platos de los pimientos (vienen hirviendo) para calentar la carne. Son una pasada de sabor.
Carta de vinos corta y sin interés, tienes un PSI, un Mauro o un Macán para alegrar la velada: nosotros pedimos San Román, muy regulero conservado, con un toque de corcho considerable, dudamos si tirarlo atrás, pero lo bebimos. No lo abrieron en la mesa, lo trajeron abierto y lo dieron a probar. A mayores una 1925 de Alhambra y un albariño sin más.
Postres: cigarritos y tejas, que acompañaron muy bien a dos paracharanes, invitados por parte de la casa (contamos lo bueno y lo no tan bueno).
Resumen: el chuletón tiene una fama inmensa, que no se corresponde con lo que luego comes (o al menos nosotros que comemos muy buenas carnes), creo que en Madrid hay muchos chuletones por encima. Ahora bien, los pimientos... eso si que no lo hay en más sitios, absolutamente imprescindibles, de llorar. Por ellos, volveremos. (La nota de la comida es por los pimientos, y si acaso por el lomo. El chuletón es muy mejorable).