Penúltima noche en Lanzarote y cena con DJ en el restaurante del Museo Internacional de Arte Contemporáneo de Arrecife, situado en el Castillo de San José, antigua fortaleza defensiva del siglo XVIII construida bajo el reinado de  Carlos III de España contra los ataques piratas, está situado en un acantilado encima del Puerto de Naos y con vistas al moderno muelle de los mármoles.

En 1976, se inauguro como museo bajo los auspicios de Cesar Manrique. El restaurante diseñado también por el artista lanzaroteño pertenece al Cabildo de Lanzarote.  Es muy moderno y posee una magnifica terraza acristalada sobre la bahía de Arrecife desde la que además se divisan las polémicas esculturas en el mar de Jason Decaires Taylor, conocidas popularmente como los 4 jinetes del Apocalipsis y que pronto van a ser emplazadas en otro lugar de la isla.

Nos situaron como habíamos solicitado en una mesa junto a la terraza acristalada. Las mesas con sillas de diseño, estaban bien vestidas con manteles negros, vajilla contemporánea y buenas copas Elytium, y bien separadas las unas de las otras aunque esa noche habían muchas mesas, la mayoría, con grupos lo que hacía. que el ambiente fuese un poco ruidoso. El servicio de sala fue bueno aunque algo distante, frío e impersonal. El servicio del vino fue correcto, con descorche, primera cata y servicio durante toda la cena, ubicada la botella en una cubitera fuera de la mesa, y con llenados de copas en ciertos momentos un poco demasiado espaciados. La carta de vinos muy corta, y no pude, por ejemplo, encontrar ningún vino blanco de la isla con crianza.

La cocina es contemporánea, de mercado de proximidad, con raíces canarias y también de fusión. Aunque las noches de los viernes y los sábados presentan un menú degustación, optamos por cenar a la carta compartiendo todos los platos.

Tras ofrecernos un aperitivo, que no nos marcó demasiado, porque no recordamos lo que era, seguimos con lo citado a continuación :

Croquetas de almogrote (8 piezas) sobre crema de batata de jable al aroma de aceite de trufa. No estaban mal, pero el gusto del almogrote no estaba muy patente.

Ceviche de corvina marinada en leche de tigre con millo de la isla.  Bueno

Ferrero Roché de centolla (8 piezas) sobre mermelada de fresas con tinta de calamar. El sabor de la centolla se encontraba algo a faltar y la mermelada de fresas con la tinta quedaba mas que diluida. Sabor agradable sin mas.

Pulpo a la plancha macerado en mojo rojo con batata yema ahumada. Bueno

No tomamos postres.

Para beber tomamos un vino joven El Grifo colección Seco Malvasia volcanica 2018. Bodegas El Grifo. Cepajes 100% Malvasia volcánica. Vino joven amarillo pálido, fresco y bien equilibrado, con buen volumen que se bebe facilmente. Acompaño bien la cena. 

Finalizamos con dos buenos cafés.

La cuenta ascendió a 33,70 €/persona. Buena RCP. Un restaurante que vale el desplazamiento sobre todo por su entorno y su contexto y que ofrece una cocina  honesta con buenas materias primas. Recomendable si se visita el Museo y sobre todo al mediodía para disfrutar de las vistas a través de sus grandes ventanales. Me parece interesante para eventos. Pienso que no volveremos pues ahora  ya lo conocemos y no pienso que a nivel gastronómico pueda ofrecernos algo mas.