Haciendo caso de la guía que nos acompañó durante el free tour por Oporto, dejamos el barrio de la Ribeira para adentrarnos en el barrio de Barredo para comer. En un pequeña placeta encontramos este restaurante. Dada la hora, tardísimo para los portugueses, no nos molestamos en buscar demasiado. Buscamos locales cercanos en Google Maps y fuimos mirando hasta que nos topamos con este local, que tenía menos pinta de trampa para guiris que el resto que habíamos visto.

El local cuenta con dos entradas, una por el Largo do Terreirinho, 7 y la que consta en la ficha de este restaurante. En ambas entradas hay un par de mesas a modo de terraza. Como hacía calor, entramos en el restaurante, pero no disponen de aire acondicionado y preferimos comer en la terraza de la Travessa do Barredo, donde al menos soplaba una ligera brisa.

La decoración del comedor me recuerda a los mesones castellanos, todo piedra y madera oscura. No puedo hablar del ambiente porque en la mesa de al lado se sentó una madre y su hijo que hablaban en francés y más tarde una familia que hablaban inglés, aunque por su aspecto parecían de Oriente Próximo.

El camarero resultó muy simpático, con un portuñol aceptable, complementado por un inglés suficiente para la ocasión. Menaje sencillo. Como la terraza está en pendiente y la mesa era más bien justita de tamaño, resultó algo complicado acomodar los platos encima. Carta a base de platos tradicionales. Como era nuestra primera comida en la ciudad, nos dejamos aconsejar por el camarero. La verdad, no nos fue del todo mal. Presentaciones caseras. No miré la carta de vinos.

Almuerzo para dos:

- Croquetas de alheira (5 €) - Sabrosas, aunque bastante pesadas. La cebolla caramelizada acompañó bien.

- Lomo de atún a la plancha (16 €) - El camarero nos preguntó cómo lo queríamos y nos entendió a la primera cuando le dijimos que como si fuese un tataki. Bueno.

- Bacalao à Braz (11 €) - Rico, algo seco.

De postre:

- Mousse de chocolate (3,50 €) - Pasable.

- Tarta de limón (4,50 €) - No era lo que nos esperábamos. Correcta.

Las raciones eran bastante generosas, salvo los postres, que tenían un tamaño más razonable.

Para beber, un par de botellas de agua de 1/2 l. (3 €/ud.), una clara (3 €), un refresco (2,50 €) y un café (1,50 €).

Posteriormente nos dimos cuenta de que los precios eran algo subiditos para la ciudad pero, para haberlo elegido casi a voleo, no estuvo mal.