Anoche acudí con un compañero de trabajo a cenar a este clásico restaurante valenciano.
Clásica la decoración, clásica la carta y clásicos los camareros.
Después de unas cañitas, bien tiradas, pedimos:
- jamón de bellota: muy bueno;
- alcachofas a la plancha: buenos como siempre y como en plena temporada aunque ya ha terminado
- un par de cigalas a la plancha: de tamaño medianito pero sabrosas
- un par de gambas rayadas: tamaño mediano y un poco pasada de cocción
- unos percebes: excelente tamaño y punto de cocción
- una ración de tarta de tres chocolates y una de tarta de naranja: no parecían caseras, nada de otro mundo.
Para beber una agua San Pellegrino y una botella de verdejo Quinta Apolonia con temperatura adecuada.
Fue una cena satisfactoria en cuanto a la calidad de la comida y al servicio ofrecido por parte del personal muy atento.
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