Un local muy curioso. Ubicado en el centro y en una calle con ambiente por la noche y diferentes locales para cenar, de las pocas en que se puede ir andando con bastante seguridad. Puedes pasar por la puerta varias veces y no encontrarlo porque tanto la puerta como el escaparate de la entrada parece más un local étnico, de venta de muebles antiguos, tienda de plantas.... Todo menos un restaurante.
Cuando entras ves mesas bajas con asientos y almohadones en un ambiente sobrecargado (es poco) hasta lo máximo de cuadros, maderas, souvenirs, plantas, artesanía, polvo y todo lo imaginable y no imaginable tanto en planta baja como en la alta, siendo difícil de encontrar la escalera de subida entre la amalgana de artesanías de enorme tamaño. La cocina al fondo (junto al baño, curioso baño) con la caja delante por donde salen los platos. Pequeños espacios aislados por esta decoración/almacén de curiosos elementos, situados a ambos lados de un mini pasillo central. Desde luego no es nada cómodo para comer pues está más preparado para una copa (o una siesta) que para acercarse a la bajita mesa central donde se coloca la comida. Por todo ello no sé como valorar el entorno porque me falta criterio, pero lo dejaré en curioso.
La carta de comida también es curiosa: a modo de libro antiguo y grande con dorados en el que de forma anillada te encuentras con páginas plastificadas que intentan describir su cocina (es etíope según reza) y consiste en la presentación de numerosas preparaciones diseñadas para compartir y comer con los dedos fundamentalmente; hay bastantes platos de cordero y también de pollo con precios muy baratos. Lo que elegios a compartir entre los tres:
. ensalada: una muestra de verduras sin más interés.
. plato de carne de vaca: incluye porciones de todas nuestras opciones de carne y vienen dispuestas a modo circular sobre una masa (tamaño pizza familiar) de harina de color carne con una consistencia que permite ser enrollada como una tela y que hace de pan y apoyo para comer diferentes preparaciones de carne (guisada, asada, picante); acompañan algunas salsa más o menos picantes y verduras (espinacas, coliflor, alubias, garbanzos, berenjena) también pimientos, cúrcuma y remolacha. Muy interesante y bien de sabores.
. amarula sobre hielo: está en la sección de postres pero es un licor ¿fermentado?) de flores africanas que solo se hace aquí, con aspecto de Baileys y sabiendo a vainilla, servido con un par de cubitos. Curioso.
. dom pedro: en una copa a modo de postre por varias capas.
. asmerino con papas: otro postre más y con una sensación visual más de plato salado que dulce.
Una sola página para vinos en ese curioso libro más propio de una edición bíblica que de una carta de restaurante, con solo tres opciones de tintos (20-25€) y algunas más de blancos (menos de 12€) todos los blancos con opción por copas. Para beber tomamos: la coca cola, cuatro de agua con gas y unas buenas cervezas Windhoek draught premium que llevaban al dorso un distintivo indicando que "el exceso de alcohol es perjudicial para la salud", al estilo de las cajetillas de tabaco pero sin imágenes de momento.
El servicio tan joven como amable, justito de inglés para un local lleno de turistas y, aunque es grande en metros, son pocas las mesas, eso sí separadas por una tonelada de elementos decorativos, siendo conveniente que los alérgicos al polvo (es imposible limpiar todo eso que hay allí, se tardaría más de 48 horas varias personas) se dopen de inhaladores antes de entrar; o mejor, que no entren. Los demás deben conocerlo.