Este local lleva abierto desde el pasado mes de mayo y ya me habían llegado buenas valoraciones de él por parte de algunas personas con bastante criterio gastronómico. Se presentó la ocasión y para allá que encaminamos nuestros pasos, o nuestro coche, sin dudarlo mucho. El restaurante se encuentra justo al principio del paseo del Arenal en Xàbia y en segunda fila (no mira directamente al mar). Los bajos de esta gran zona comercial guardan bastante similitud entre ellos en su arquitectura: construcción estilo rústico con materiales como el ladrillo cara vista o la autóctona piedra tosca de Xàbia. Para romper con ello, el equipo de Chola ha introducido el pavimento de parqué (o imitación), barra y mobiliario de madera y un banco corrido a lo largo de toda una de sus paredes con multitud de cojines dándole a la estancia un aspecto cálido e intimista. Las mesas desprovistas de mantel de tela pero bien montadas con salvamanteles de junco, plato, palillos y vaso para el agua. Algo incómodas las sillas, eso sí.
La carta de Chola food experience, diseñada por las hermanas Gavilánez, es un compendio de cocina internacional que podemos encontrar en muchos restaurantes, pero con un nivel de selección del producto, fidelidad a las recetas originales y presentación poco comunes en muchos gastrobares. La carta no es muy extensa y sorprenden un tanto los precios de la misma, pero, una vez visto lo visto y probado lo probado, ese precio un pelín más alto de lo que suele ser habitual por la zona queda más que justificado. Encontramos, principalmente, propuestas de la cocina peruana y nikei como la causa, el ceviche, los tiraditos o el lomo saltado, otras propias de la cocina japonesa como el sashimi e incluso un plato representativo de la cocina hawaiana: el poké. Nuestra comanda para dos personas consistió en:
- Tartar de atún: se usa el atún rojo Balfegó y se presenta suavemente condimentado para no perder ni un ápice del sabor limpio y delicado de este pescado. El color y textura del mismo son espectaculares y no tienen nada que ver con atunes de otra procedencia que se sirven en otras casas. Se acompaña de daditos de aguacate, mini brotes, semillas de sésamo y unas láminas de alga nori muy curiosas, como fritas y un pelín sufladas. También se sirven unas rodajas de un delicioso pan de aceite.
- Poké: Plato que aúna un montón de ingredientes: arroz blanco tipo sushi, salmón, habitas de edamame, cebolleta roja, mango, jengibre laminado, salsa de soja… Una interesante combinación de colores, texturas y sabores que no había probado antes y que nos encantó. Ración generosa.
- Causa con atún: Rica la causa limeña con marcada presencia del ají y del cilantro y original la coronación del plato con mini brotes y unos daditos de atún rojo.
- Bomba exótica: combinación de frutas tropicales (carambola, mango, fruta de la pasión…) presentadas en diferentes texturas: mouse, helado, marcadas en la sartén, caramelizadas… Rico y nada empalagoso.
Para beber tomamos un albariño que había en carta cuyo nombre no recuerdo. Veníamos con intención de tomar algún espumoso y lo echamos en falta en la carta que, ciertamente, resulta algo pobre. Esperemos que aumente la oferta a medida que se consolide el negocio. Acabamos con unos deliciosos cafés, otra prueba más el cuidado por los detalles y el buen hacer del equipo del restaurante. Ya en la puerta pudimos intercambiar opiniones con las hermanas Gavilánez quienes, al saber de nuestra pasión por la cocina internacional y el picante, no dudaron en obsequiarnos con una muestra de chiles de diferentes procedencias y grados de intensidad. Los probaremos. Y volveremos, eso seguro.