Restaurante ubicado junto a las instalaciones de la empresa Maskarada, dedicada en exclusiva a la elaboración de productos del cerdo pío negro vasco o Euskal-txerri, similar al ibérico puro.
La entrada al comedor se realiza por la tienda, en la que puede adquirirse su género y algún otro producto gourmet navarro.
Reservamos telefónicamente tres amigos el menú Maskarada (30€ IVA incl. s/beb. ni pan), pues el Suletina (37€ IVA incl. s/beb. ni pan) iba a resultar demasiado largo para reemprender la marcha después (llegamos en bici). Agradecer la amabilidad de quien nos tomó la reserva, dándonos facilidades para tener las bicis controladas.
El comedor resulta luminoso, decorado con buen gusto y a la altura del producto que se ofrece, al igual que el servicio: encantador y atento en todo momento para el cambio de platos y la reposición de pan (buenas chapatas, cobradas a 1,50€/pax)
Carta de vinos con referencias interesantes y precios habituales (mejorables, vamos: x2 sobre PVP tienda), nos decantamos por un excelente Viña Zorzal Garnacha tinta cobrado a 13,50€, dado a probar en buenas copas C&S, bien. Tomamos además una botella de agua (1L) Insalus, cobrada a 2,50€.
El menú consta de tres entrantes a compartir, otro entrante fijo para cada uno, segundo plato y postre a elegir, los cuales paso a detallar:
- Lomo y jamón curado: Embutidos que nada tienen que envidiar a los ibéricos de bellota, especialmente el jamón, impresionante a pesar de su corta curación. Comentaba uno de los comensales, buen conocedor del jamón de Guijuelo, que era uno de los mejores jamones que había probado.
- Papada con pimientos de cristal: Exquisitas láminas fritas de papada con unos pimientos confitados que eran para hacerles la ola. Productazo 100%.
- Ensalada Maskarada: Siendo el plato más sencillo, una muy buena idea mezclar algo de lechuga en el menú para aligerar el festival porcino. Aliño en su punto con ajo picado (puede no convencer a todos los comensales, a nosotros nos gustó) y acompañado de unas lonchitas de jamón cocido.
- Huevo con txistorra: Presentado en un cuenco individual para cada comensal, el clásico huevo poché + patata panadera con pimentón y acompañado de una suculenta txistorra. No soy muy devoto de este embutido, pero me pareció muy fina y nada grasienta. Ración elegante además.
- Pluma a la brasa: Unanimidad de los tres comensales para elegir el corte (también hay presa, secreto o costilla, además de otros platos), a nuestro juicio lo más jugoso del cerdo. Damos fe que estaba de lagrimón, acompañado por unas cebollitas glaseadas que combinaban de fábula con la carne.
- Pantxineta (2) y tarta de queso como postre, ambos hechos al momento, un remate de relumbrón ya que estaban deliciosos ambos.

Los amigos terminaron con un par de cafés con leche (1,60€/cada), impresionados por la calidad de comida y servicio. La opinión de los tres fue unánime: Volveremos.
Enhorabuena y a seguir así.