Noche de tormenta en la Marina Alta. Teníamos reserva en la terraza de este restaurante del que había oído hablar muy bien y tuvimos que ser acomodados en el salón de dentro. Ello me permite describirlo brevemente. Mesas un tanto pegadas las unas a las otras y un poco pequeñas. Salvamanteles de papel y correcto el menaje que cumple su función. Decoración agradable de estilo rústico-actual: pavimento imitación barro, arcos de piedra tosca (rasgo característico en la arquitectura xabiense), plantas…

El restaurante toma el nombre de la conocida salsa pipi piri y de ahí el anagrama de la guindilla que encontramos en el luminoso de la fachada, en las cartas, etc. Tomamos unas cervezas y escuchamos las acertadas explicaciones de quien parece ser el propietario del restaurante. Le oímos hablar con otros clientes, siempre de forma amable y educada, en varios idiomas y demostrando buenas formas. A parte de la carta convencional compuesta por entrantes, ensaladas, platos principales… hay una pizarra con unas pocas sugerencias y otras que nos canta y que resultan todas apetitosas. Decidimos pedir cinco platos para compartir al centro de la mesa, con el beneplácito del propio propietario que es quien toma las comandas:

- Carpacho de atún: Ración abundantes, finas lonchas y una acertada vinagreta que condimenta sin enmascarar el producto. Se sirve pan tostado para degustarlo. Buen comienzo.

- Foie a la plancha: Acompañado ahora por un buen pan de molde. Buen producto, buena ración nuevamente y buena cocción. Se acompaña con una compota de manzana. Seguimos bien.

- Sepia con sobrasada: La sepia, que parece estar guisada, se adereza con el aceite de la sobrasada que se incorpora en su justa medida para no llevarse por delante todo el sabor del cefalópodo. Se acompaña con dados patatas. A modo de guiso. Quizás el más flojito.

- Taco de atún: Plato de producto. Punto excelente, incluso admitiría un pelín menos y acompañamiento con cebolla pochada y un poco de salsa de soja.

- Cordero especiado: Imitando una especie de musaka se elabora este timbalete con capas de berenjena frita y la carne desmenuzada del cordero. Leves atices anisados que le van muy bien y compota de higos y tacos de boniato rebozado a modo de guarnición. Muy rico.

No pedimos postre, pues acabamos sobradamente saciados. Durante la cena tomamos una botella de Maravedí Chardonnay servido a buena temperatura y con apoyo de enfriavinos. Servicio muy amable por parte de todo el equipo y ambiente distendido lo cual favoreció una agradable velada.