En pleno centro de esta bella capital alsaciana, al lado de las antiguas aduanas, se encuentra este clásico restaurante alsaciano.

El interior es muy francés: mesas muy juntas, paredes de madera, todo muy viejuno.

La carta consiste en unas pocas especialidades regionales, mayoritariamente alsacianas. Comida muy contundente, nada de nouvelle cuisine. Lo que pedimos nosotros (cada uno pidió una cosa, pero probé de todo).

- Conejo. No me acuerdo exactamente de su preparación, pero estaba muy bueno, con una salsa contudente.
- Tête de veau et vinagrette: cabeza de ternera enrollada y guisada, pura gelatina, deliciosa. Se acompaña de patatas y una salsa vinagreta muy rica.
- Rognons à la moutarde: riñones a la mostaza, quizás el plato de la noche, pura delicia.

La carta de vinos, sorpredentemente en un lugar así es bastante amplia y con unos precios superlativos (para lo que suele ser el país vecino). Mayoritariamente vino alsaciano, separado por varietal, aunque también hay vino de otras regiones. Me centré en la parte alsaciana, por motivos obvios. Bastantes propuestas para todos los precios y estilos, bastante vino natural. Mi elección fue un Domaine Schueller Pinot Gris 2011 que estaba espectacular. 24 euros.

En resumen, un sitio al que acudir, sobre todo si se es fanático del vino. Un lugar para disfrutar, donde se come bien, sin florituras y se bebe mejor. Copas aceptables.

El servicio es atento y simpático, muy campechano.

Total 3 personas: 89 euros.

P.D. Puntúo mejor el "entorno" porque aunque no es muy cómodo y hace calor, tiene su encanto.