Un local inmenso con varios espacios, con mesas de banco corrido y lleno de gente dispuesta a cenar y divertirse siendo poco escrupulosa con lo que te sirven en el plato con buen turista que se precie
Es de imaginar que la acústica es horrible sobre todo por el tipo de cena que se plantea en grupos de al menos, 10 comensales sentados en banco corrido y todos hablando en voz alta.

Servicio de camareras con trajes típicos con una eficacia para servir platos y jarras de cerveza de medio litro algo asombroso. Siempre sonrientes.

Sobre la mesa y encima de un mantel de cuadros, las típicas rosquillas de pan (bretzels) muy buenas y tiernas unas y duras las otras. Cervezas desde el minuto cero y repetir mientras poder. Por supuesto Augustiner en jarras de medio litro.
Agua en jarra. Hubo vino blanco servido a jarras con un punto dulce y otro mejor tolerado. Ambos vinos no fueron presentados y desconocemos todo de su origen.

Para cenar y con menú pactado (lo otro sería impensable con los cientos de gente sentados) y con amplias raciones de cada plato:
. sopa de calabaza: muy buena, servida con semillas y todo
. codillo asado: algo seco por dentro pero crujiente por fuera. Con su puré de patatas, col ácida y buena dosis de salsa.
. postre: apfelstrudle con algo similar a unas natillas servido alrededor y con una jarrita con más natillas para rellenar. También decoraba algo de nata.

Quien quiso tomó café o infusiones. Aquí el servicio se demoró considerablemente.

Una cervecería con mucho turista de paso. Curioso para verlo una vez y pensar que has estado en la Oktoberfest (una semana antes en realidad).