Con aspecto de nave industrial y con antecedentes de bodega desde 1820, muy cerca de la entrada al teatro romano, se encuentra un local interesante con los laterales limitados por antiguas cubas convertidas en pequeños reservados.
Ubicado en la cercanía de la parte más monumental de Mérida, nos pareció una de las mejores opciones de una zona muy castigada en su gastronomía por el menú turístico.

Comida para 4 que compartimos:
. bola de foie con tostas como detalle de la casa.
. ensaladilla rusa con gambas: la de sin gambas estaba recien hecha y aún caliente no siendo recomendable comerla así. Bien sin entusiasmar.
. bola negra: semiesfera de foir con algo de patata y cubierta por sucedáneo de caviar. Ocurrencia sin gracia.
. pulpo con langostinos: cumple
. chichos (como las chichas de Salamanca): la prueba de carne en la matanza, bien adobada y con huevo frito. la mejor de todas.

Platos:
. consomé: aquello de algo calentito, sí o sí. Básico.
. Lomos de cerdo con queso de cabra y cebolla caramelizada: Ración más que sobrada para dos personas. Bien hechos cada elemento.
. ensalada de bacalao y pepino: nada destacado
. atún a la plancha: hecho en buen punto, buena ración, calidad media

Para beber:
. un vino blanco de la casa ante la insistente recomendación, y que gustó; una mezcla de godello y palomino por 6€.
. agua x 3 y un par de cafés finales para coger carretera.

Luego puedes ir a ver (muy recomendable) el museo que es gratis a partir de las 14 hora, o bien a comprar vino y productos de la tierra, incluyendoi cervezas artesanales propias a Nico Jimenez, recorman de la loncha de jamón cortada en una pieza (Tokio, 2010), nada menos que una loncha de 13.35 metros de jamón. Pa verse matao .