Los lunes no suelen ser desde nuestro punto de vista, los mejores días para comer fuera. Después de haber probado fortuna en un par de ellos y ver que estaban cerrados dentro de la oferta marbellí, nos encaminamos a este bistrot de corte japonés.

Enclavado en una de las calles que van a dar al paseo marítimo, tiene un aspecto discreto, fachada con tonos negros. Una vez en el interior nos encontramos con un pequeño comedor con una mini barra al fondo y una puerta que va a dar a una terraza cerrada con unos sencillos plásticos transparentes. Mesas humildes acorde con el mobiliario y el resto de la decoración, que la verdad sea dicha, no era muy acogedora.

A modo inicial nos sacan un pequeño cuenco para los dos comensales con una refrescante ensalada de pepino y zanahoria encurtidos con una semillas de sésamo negro y blanco por encima.

Cuando nos trajeron las respectivas cartas lo primero que hicimos fue ver la carta de bebidas en la lo más destacable era un vino de sushi(sin mencionar marca ni bodega) y un Faustino blanco pasando por el Viña Sol. Algún espumoso (literalmente uno) con la característica común de tener unos precios absolutamente desmesurados y algún rioja tinto a pesar de tener tan poca afinidad con este tipo de comida.

Optamos por una jarra de shake caliente y tres cervezas Arashi para acompañar toda la comida. Ésta consistió en lo siguiente:

Ensalada de algas

Rollitos vietnamitas

Buena calidad de producto, con abundante lechuga y hojas de hierbabuena para poder envolver y mojar en la salsa de pescado. Lo único reprochable sería no haber conseguido un punto más crujiente en los rollitos.

Proseguimos con un curry rojo de langostinos muy bien ejecutado con un buen picante, muy aromático, con un marcado sabor a lemmon-grass y con un combo denominado Osaka formado por 32 piezas de nigiris, futomaki, uramaki, de langostino, pez mantequilla, salmón, atún, pulpo y aguacate y surimi en el caso de los uramakis.

Todos ellos de muy buena calidad en todos los ingredientes, bien presentados.

Fue sin duda lo mejor de la comida, sin desmerecer al resto. Que nadie se espere glamour, ni preparaciones de fusión gastronómica. Simplemente un local pequeño, regentado por una familia donde se sirven unos buenos sushis y con un precio aceptable.