Llevaba tiempo queriendo ir a este restaurante, y no sé si volveré.

El local, como ya se ha dicho, es pequeño y está amueblado de forma irregular, aunque da el pego. Si bien es agradable, a ciertas personas puede resultarle un poco deprimente.

Tienen un par de cartas, una de 10 euros y la otra de 21 (creo recordar). Recomendaría, si uno no es demasiado comedor, la primera opción ya que las raciones son generosas.

Los platos, por lo que se ve, son una muestra típica de la cocina popular coreana. Nosotros nos decantamos por una verdura en tempura y unas empanadillas (parecidas a los dim-sum) rellenas de carne. Estaba bueno.

De plato principal pedimos la panceta picante (nada del otro mundo) y el Bibimbap, un cuenco de metal con arroz y verduras, todo ello coronado por un huevo. Al final, no sé si por la excesiva cocción del arroz o por el huevo revuelto, el resultado es una pasta que en nada se parece a los arroces asiáticos a los que estamos acostumbrados por estos lares.

De postre, fruta del tiempo (en no muy buen estado).

Del tema del vino... mejor no preguntar. No hay mucho donde elegir. Pedimos una botella (no recuerdo cuál: un crianza de supermercado, del estilo Marqués de Cáceres) que llegó a la mesa cubierta de polvo y que soltó gas al abrirla. Tras probarlo, le comenté al camarero que aquello no estaba bebible y el chico (muy amable, todo hay que decirlo) lo cambió sin problemas. Sacó otro, ya sin polvo, pero que volvió a escupir gas al ser descorchado. Ni lo probamos.

Merece la pena conocer el sitio por lo ajsutado del precio y por probar platos diferentes. El menú de 10 euros está muy bien para la gente que trabaje por la zona, por ejemplo. Además, el chico es muy amable y explica la carta deteniéndose en cada plato, que luego elaboran al gusto del cliente en lo que respecta al picante (la cocina coreana es muy picante).

En definitiva, no es para tirar cohetes pero se puede ir de vez en cuando, eso sí, sin pedir vino.

Si no me equivoco, es el único coreano en Valencia. Local raro, montado con muebles viejos pero muy cuidados, cada uno de su padre y de su madre, que da un resultado curioso y acogedor. Servicio amable y muy cercano, explicando muy bien y guiando perfectamente por el menú cerrado (un entrante, dos platos, un postre e infusión, 21 + IVA) y muy, muy abundante. Como dicen por ahí abajo, la comida es perfectamente maridable con la (escueta) carta de vinos que ofrecen. Todo estaba muy, muy bueno, muy sencillo y casero (menos, quizá, los dulces coreanos, punto flaco). Recomendaría especialmente la panceta picante (no recuerdo el nombre en coreano) y el arroz en bol de piedra. Con Marqués de Riscal (a lo clásico), una Mahou y dos aguas grandes, 28 por persona. Volveré.

Carta reducida a un menú degustación con entrante y cuatro primeros y cuatro segundos para elegir. Servicio simpático y amable, carta de vinos con pocas referencias y servicio inexistente, pero bien seleccionadas. El plato de entrantes (basado en tempura) debería ser algo más ligero. Desde luego, con hambre no sales, porque con el menú para compartir entre dos, pueden comer tres, oincluso cuatro, as´í que sintiéndolo mucho, a la repostería ni llegamos.Recomendable.

Sin ser la mejor propuesta oriental de la ciudad, este coqueto y agradable restaurante ofrece una muy interesante, original y divertida alternativa, basada en Cocina Coreana, bien elaborada y en muy correcta y equilibrada relación calidad / precio!
Quizá por ponerle un pero, yo diría que la cocina es excesivamente europeizada, no es que me moleste, pero entiendo que quienes buscamos y acudimos a un restaurante Coreano, justamente buscamos algo original y diferente a la cocina china, japonesa o Thailandesa, mas conocida en Europa.
No obstante la calidad es muy buena y la carta es completa y divertida, centrada en tres platos para compartir a seleccionar entre 4 ó 5 propuestas por plato y un postre.
El local muy acogedor, muy bien ubicado, agradablemente decorado y acogedor.
Bodega escueta, pero bien equilibrada.
En resumen, una muy buena alternativa de cocina oriental, muy a tener en cuenta!

Solo decir de este local que posee el encanto de lo asiatico y el confort de lo occidental, Mr. Kim su dueño, casado con una intelectual española que elabora una reposteria increible, hace que te sientas como en casa, te aconseja lo que es mas conveniente y siempre puedes tomar un buen vino servida en la copa adecuada a un precio realmente competitivo.
Las cenas son muy recomendables entre amigos por el rito de compartir, no saldras defraudado.

Se trata de un pequeño restaurante de cocina típica coreana, una nueva oferta oriental que aun no habíamos probado. Cocina interesante de nuevos sabores sin estridencias. El propietario es un coreano muy amable que os guiará por la carta de irrepetibles nombres. Perfecta atención al cliente y entorno agradable y tranquilo. La bodega no está mal, nada del otro mundo, pero con buenas referencias. Las copas dejan un poco que desear y el servicio del vino flojea. Pero atención, el maridaje de estos platos es mucho más sencillo que los típicos orientales así es que con las buenas referencias que tienen nos aseguramos una buena combinación, sin recurrir a los espumosos.