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Comienzo la tarde regular, dando vueltas para encontrar aparcamiento, y “enamorándome” dos o tres veces de un hueco en el que hay una de esas bolsas enormes llenas de escombros. Una vez que dejo tirado el coche, casi llevándome por delante a una pobre mujer sentada en una terraza que ocupaba casi la calzada, salgo corriendo hacia “La Trastienda”, llamo dos o tres veces, sin que nadie me respondiera. Miro hacia atrás y veo que “La Tintorería” estaba abierta, aún hay esperanza… Por fin llego, Flequi y seis personas más se encuentran alrededor de la mesa de catas. Un poco triste por el escaso poder de convocatoria que tiene una cata que en mi opinión promete y mucho, ocupo uno de los sitios libres. Al menoshe llegadoa tiempo… Flequi no... |