Javier,
A mí no me parece particularmente dura sino más bien realista porque la cata está muy bien descrita (gracias Mario) y la opinión fundamentada. Otra cosa es que se esté o no de acuerdo porque cada cual tiene sus gustos. Mi opinión, en general, va en la misma línea. Yo adoro los riojas viejos a los que se hace referencia en algún comentario (https://www.verema.com/blog/mario/791057-nunca-tarde-si-dicha-buena).
Sin embargo, y más allá de los gustos, me inquieta un poco la afirmación de que los tiempos "no están para florituras". Tengo la sensación de que los enólogos pretendéis la cuadratura del círculo. Es decir, vinos redondos y pulidos (como los vinos de larga crianza), lo más rápido posible en el mercado y con la mayor carga frutal. Esto, a veces, da lugar a veces a vinos algo desequilibrados, con tendencia al alcohol (sobremaduración), inevitable astringencia consecuencia de la extracción frutal y las maderas nuevas y notable falta de acidez (taninos dulces). Estos desequilibrios se agudizan con el paso del tiempo. Desde luego, aquellos riojas longevos tenían una acidez acusada y debieron ser imposibles de beber en su momento, necesitando unos buenos años en botella. Es cierto también que su carga frutal era menor. Pero no se puede tener todo, por más que haya que vender el vino rápidamente y la gran sacrificada en este proceso es la acidez ¿no?
Esta reflexión, obviamente, trasciende el artículo que comentamos pero, desde el otro lado de la trinchera, el del consumidor, me interesa tu opinión como enólogo.
Saludos,
Javier
Ps. Por supuesto, no tengo la intención de polemizar, sino la de conocer otros puntos de vista.