Totalmente de acuerdo con todo lo que has comentado. Cada vez me gusta más catar a ciegas, probar vinos sin ser influenciada por su reputación, su fama, precio o marca, y es que las catas a ciegas es una cura de humildad, puesto que nos llevamos demasiadas sorpresas con las variedades, denominaciones de origen, de la marca ….
Ya sabéis que coordino el panel de cata de Madrid y he de decir que tengo un gran equipo de catadores, con mucho nivel, que hacen un gran trabajo sensorial para puntuar cada vino, y que cuando atinan (después les hago un pequeño juego para ver quien se acerca más al vino; variedad, D.O., añada….) se refleja en sus caras la satisfacción que ello produce. Que no es lo principal de la cata, pero a nadie le amarga un dulce, y es muy divertido.
Os animo a que hagáis con amigos alguna cata a ciegas a aquell@s que aún no hayan podido hacerla. Desde mi punto de vista es muy interesante, ya que se aprende mucho.