Cada vez que hablo contigo, me desmontas un mito francés -en este caso, la errónea creencia de la cultura vinícola en Francia: a este paso solo me quedarán Axterix y Obelix. Ah, la famosa "grandeur".
Tener una terraza, siquiera pequeña, en estos momentos, es sinónimo de libertad. Yo tengo una casa en un pueblo, con un bonito y amplio jardín, que tres días a la semana es el paraíso, en esta realidad enmascarillada que ahora nos toca vivir.
Los despachos -de casa- tienen que ser pequeños, como celda de abate: invitan a la reflexión. El mío es parecido al tuyo: recogido y alejado del resto de la casa. Tu bodega la envidio, qué duda cabe. Eso es lo que de verdad importa que sea grande :-)
De política mejor no hablar. Si no es bueno que se caliente el vino, peor es aún que se caliente la sangre -incluso la "Impure" de vuestra Marsellesa-.
Saludos acalorados.