Magnífica reseña, y estoy totalmente de acuerdo, ya que es una gozada cómo se bebe y come ahí. Si sigues por esa tierra donde se come como debía hacerse en el Paraíso, date una vuelta por Marucho y verás otra manera de sentirte divinamente por su cocina, nada pretenciosa pero plena de sinceridad, y también por quienes se encargan en la sala de hacerte creer que estás en el Olympo, a pesar de sus pocos metros cuadrados. Lo recomendé a un amigo para el domingo pasado... ¡y repitió el lunes! antes de volver a Madrid (a pesar que tenía ésta y otras referencias para ponerse las botas)