Pues sí, un bar de pueblo donde los hombres verían al fútbol a las 16 horas y las mujeres jugaban la partida a las 19, nada distinto a otros salvo cuando te fijas en los vinos que tienen por copas o las raciones de la barra. Y cuando pasas al sencillo comedor del fondo, entras en otra dimensión…
Saludos,
Eugenio.