Oscar, aquí hay un debate de horas. De esos que se pueden tener alrededor de una mesa con un buen vino. ¿Por qué el placer simepre tiene que estar acompañado de la sorpresa? ¿Sin sorpresa que ocurre que no hay emoción? ¿no hay emoción en la perfección, en la hospitalidad?
Defiendo ambas vías de placer gastronómica. La perfección de Eneko en el sabor, el rejuvenecimiento de la cocina vasca desde la tradición y su matrimonio con el sabor. Luego desde mi punto de vista su hospitalidad está en otra categoría.
También la sorpresa muñoziana, el saber que cada comida será diferente. Ese punto de tensión e incertidumbre. La comida que disfrutamos juntos en la calle Pensamiento cuando comenzaba con los lienzos es probablemente una de las mejores de mi vida