Pues tenía langostitas y cigalas además de salchichas, un contraste curioso. El marisco era de calibre pequeño (para no disparar precios) pero de enorme calidad. El Monfarina venía obviamente de Cigaleña, un vino fresco y con calidad, ideal para beber sin más complicaciones, que es lo que buscábamos en esa comida. No estuvo mal, no.
Un saludo,
Eugenio.