Era junio y subimos sin reservar en el hotel. Asi que pudimos tener que dormir en el coche en el aparcamiento.
Cuando llegamos al hotel el chico de recepción no queria vendernos ni agua ni zumos ni bocatas porque estaba cerrado toda la cafetería. Le dijimos que o nos los daba (y apuntaba en la habitación) o los cogiamos antes de que tuviera que avisar al médicos de urgencias por desfallecimientos. Al vernos mejor las caras, optó por darnos de comer y de beber.
Aun nos reimos al contarlo, pero entonces estabamos para caer desfallecidos de hambre, cansancio y sed.
Saludos