Hola Isaac, estupenda reflexión para un dilema que parece no tener respuesta concreta. Yo, personalmente, he llegado a la conclusión que los "extremos gastronómicos" o enamoran o defraudan. La propuesta gastronómica de Mugaritz es muy arriesgada y por ello corre serio peligro de no ser comprendida por muchos comensales; sospecho, que yo, hubiera sido uno de los que no la comprende. De hecho, a día de hoy todavía no lo he visitado por miedo gastarme una buena cantidad de dinero sin recibir la recompensa emocional pretendida.
Un saludo.