Bonito trabajo Laura, pero quería apuntarte un par de cosas.
Una de las golosinas más apreciadas en el antiguo Egipto eran los hígados de ocas cebadas con higos (lo que hoy tenemos que llamar fuá). De hecho su consumo fue tan valorado que pasó a Grecia y a Roma, donde se le llamaba jecur ficatum (hígado a los higos) y que dio paso a quedar como sustantivo solo el de ficatum (a los higos), etimología de nuestro "hígado".
El otro asunto es una patología de antropólogo gastronmómico. Por favor, si hablas del antiguo Egipto no le pongas salsa de tomate a tus platos, es absolutamente anacrónico porque este producto no llegó a esas tierras hasta el siglo XIX.