Quise ir hace un par de años y al final no pudo ser. Reservamos para ir a cenar una noche de invierno y un par de horas antes tuve que llamar para cancelarlo. Yo creo que se llevaron una alegría, pues esa noche, con las carreteras heladas (se llegó a 7 bajo cero) era seguro que nadie con dos dedos de frente se les iba a presentar a cenar. Ha sido la única vez que la climatología me ha frenado para ir a un restaurante, aunque seguro que también tuvo que ver el hecho de que Rosa estaba con fiebre por culpa de una inoportuna gripe.
Te recomendé este sitio para que cambiaras un poco de aires, pues no puede ser bueno cenar siempre a menos de 2 km de la Ría. Y no te preocupes que cuando vuelva no te dejaré en mal lugar a la hora de valorar.