Aquí también se elaboraba el pijama más o menos así. Es un plato setentero como pocos y que en su momento, me imagino, sería de lo más rompedor.
La Vasca es hoy un restaurante a contracorriente. En cierto modo me recuerda un poco a algunas bodegas clásicas riojanas que algunos, con buen criterio, las definen como los últimos mohicanos.