Lo pasamos genial Santi, la verdad es que fue un viaje fantástico con un anfitrión de lujo. La zona del Mosela es un pequeño paraíso del que muchos amantes del vino se olvidan.
Alexander fue un guía y un anfitrión de lujo. Aún recuerdo ese federweisser con la zwiebelkuchen (riesling a mitad fermentar y torta de cebolla) en pleno viñedo alemán, cayendo una lluvia ligera y escuchando a Wagner en un pequeño transistor. Como decía Woody Allen, entraban ganas de invadir Polonia.