Tienes toda la razón. Yo le llamo "Cerrar el círculo". Cuando pruebas un vino, te gusta y el cuerpo te pide ir a ver de donde ha salido, cómo lo han hecho, quién lo ha traido a este mundo... allí, en el viñedo (no en la bodega), con el vitivinicultor, se cierra el círculo. Y creo que ya no te desprendes de ese vino nunca. Te acompañará siempre añada tras añada para volver a trasladarte a ese paisaje encerrado en una botella.