Si abrir las puertas de la bodega y catar sus vinos es una invitación, pues sí. Aunque una práctica muy común de todas las bodegas, por lo que personalmente lo considero más un acto que proviene de quién cree en sus productos y pretende enseñar con transparencia lo que hacen, dónde lo hacen y cómo lo hacen.
Lo digo sin conocimiento de causa, pero probablemente estamos hablando dos personas, una que ha estado y ha visto la bodega y una segunda que no lo ha hecho. A partir de ahí los vinos hablan. Es cierto que a veces catar los vinos en las instalaciones tiene una magia especial, pero estos vinos han estado en una mesa de análisis y cata, donde 6 profesionales y 2 personas consumidoras y clientes finales –pero no formados para la cata analítica- analizamos los vinos en dos sesiones la primera doble ciega y en día diferente a la segunda botella vista y cuando hablo de que son peculiares, es porque son distinguibles, nos sacan la frase de “co-o es un Carraovejas”. Sobre comprar uva, probablemente el 20 % (máximo) que adquiere la bodega, por el exhaustivo control de saber lo que entra, podría asegurarte que son uvas envidiables por cualquier bodega, a cómo compran el kilo es una sesga de calidad asegurada, en su amplia mayoría uvas de terruños similares y zona. Para que un vino exprese terruño amén de la plantación de donde están creciendo, debe haber un buen trabajo de enología, no basta con buenas viñas y buen terruño, para que de ahí se extrapole a una copa hay muchas cosas por hacer. A veces entendemos y actuamos como justicieros, adjetivando como exceso de soberbia a bodegas que han tenido la capacidad de gestión de vender por cupos y tenerle la demanda real muy superior a la oferta. Si fuese así se nos caería más de medio mapa de nuestra vecina Francia.
También te puedo asegurar que cuando mi empresa realiza un publi-reportaje sobre una bodega se gestiona de otra forma y el resultado también es diferente. Esto obedece a gran parte por la pasión que tengo por el vino, por la obsesión en que empresas de este sector realicen su trabajo con calidad y en una búsqueda continua de la excelencia, y cuando encuentro estos parámetros, (lo cual me hace creer en lo que he podido comprobar), soy ácida y salinamente objetivo. Ahí te puedo asegurar Ramón que un día nos vamos a juntar, y va a caer una botella de Carraovejas –lo mismo sin saber lo que bebes- y te aseguro que si le prestas atención, la próxima vez que tomes a etiqueta vista, recordarás aquello. Además sabes que cuando vuelvas por tus lares Le Bouquet RP la tienes bien cerquita, y “yo te esperaré” –nananana nananana ná- para hacer lo que más nos gusta, disfrutar.
De cualquier manera u forma ¿sábes cuál es la diferencia entre tú y yo? Precisamente esa, que tú eres tú y yo soy yo. Y no intento convencer a nadie, como así tampoco desearía que nadie me indujera a pensar que lo que expreso obedece más a un agradecimiento que a una realidad, porque te aseguro que el coste en tiempo y en horas que lleva este tipo de artículos, no se paga con una invitación como bien dices. Un día lo dije y lo mantendré, mi objetividad es poder hablar bien o no tan bien de lo que bebo y veo, porque en este mundo el día que no me mueve por pasión, probablemente lo dejaré. Mi respeto por el vino y su entorno me ha llevado a una formación continua para poder conservar la objetividad, conociendo todo lo que hay detrás de una botella de vino. Por ello intento siempre con respeto valorar, y tampoco suelo contar –aunque sea constructivo- lo que no me parece correcto –prefiero comentárselo con humildad a las bodegas- ya que hay muchas personas trabajando detrás y a veces nuestras opiniones tienen cierta calada y lo que estamos haciendo es perjudicar a este maravilloso mundo. Por ello pocas veces me veréis con el látigo, prefiero dejarlo en los vestuarios.
Pero como he empezado el párrafo, yo soy yo y tú eres tú ¿por qué cambiarlo?...
Un día pretendo elaborar de principio a fin mi propio vino y te puedo asegurar que nos hablaremos esa botella de vino, para nuevamente conversar e intercambiar opiniones lo que supongo además será un cachito mío.
¡Y ahora dime que no te has apuntado al taller de las GT! Porque eso YO SI QUE NO ME LO CREERÍA… Abrazotes.