Nariz intensa y profundamente mineral, con pedernal y roca aplastada, cítricos, manzana ácida, pera, membrillo, amielados, lácticos, fósforo.... Muy rica en matices.

En boca entra ligero, no muy untuoso pero muy salino, otra vez mineral, con acidez estupenda y largo, muy largo. También se nota la crianza, pero complementando, no se impone.

En este último aspecto, la crianza, es un vino que ha cambiado mucho durante los últimos años: tradicionalmente el tratamiento de madera era muy intenso y se ha ido moderando sustancialmente. Y la uva, que antes procedía de geografía más diversa, ahora es casi completamente de Tasmania, que es de donde procede ese carácter tan mineral.

Me da la sensación de que está muy, muy joven y que seguirá para arriba. Otro que va a haber que guardar con paciencia para recibir toda la recompensa…

Pero no hace falta esperar para apreciar que es un vinazo. Eso sí, la RCP deja mucho que desear por bueno que sea. Y hasta yo, que soy defensor del tapón de rosca (incluso para los tintos, que he comprobado que evolucionan sin problema), no pude evitar pensar al abrirlo: “jó, con lo que cuesta ya le podían haber puesto un buen corcho!” :))