Restaurante El Bohío en Illescas
Restaurante El Bohío
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
49,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
domingos y lunes noche. Agosto
Nota de cata PRECIO MEDIO:
111 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.8
Comida COMIDA
9.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.4
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
Estofado de ciervo, cebolla dulce y picante con queso azul
Rabo de cerdo con judías, castañetas y salsa verde de cerdo ibérico
Caldillo de pescado con vieira en adobo
La Pringá del cocido, berza y su caldo
Guisantes al pil pil, tocino ibérico y caldo de cebolla asada
Callos de Pepe Rodríguez
El guiso de patatas con costillas
Huevo con cocochas, patatas y piparras
Anchoa con remolacha y queso
flan de caramelo
naranja,campari y azafrán
menu
Queso, miel y manzana verde
Ropa Vieja con caldo de Cocido
Versión del Pisto Manchego de El Bohío
Flan de Caramelo
Ciervo asado con foie gras y cerezas
Trufa hecha en un caldo del cocido
El postre
Opiniones de El Bohío
OPINIONES
63

El Bohío es para nosotros uno de esos pocos restaurantes que sabemos de antemano y con total seguridad que nunca va a fallar en las grandes ocasiones, así que para celebrar nuestro cumpleaños (el de mi mujer y el mío) resultó nuestra elección para comer sin que hubiera mucho debate, nos pusimos rápidamente de acuerdo. Y una vez más salimos no sólo contentos y satisfechos, sino de nuevo con el total convencimiento de que no hay otro restaurante como este en la zona centro peninsular, o por lo menos todavía no lo conocemos.

La cocina de Pepe Rodríguez-Rey es una progresión geométrica proyectada en los fogones, cada vez que visitamos esta casa su calidad se ha multiplicado como a través de un operando fijo. Da igual que estemos en pleno otoño-invierno, donde las setas y la caza son capaces de aportar mucho sabor por sí mismas, en pleno verano Pepe sabe igualmente mantener el tremendo sabor y la elegante contundencia de su cocina aplicando verduras, pescados azules o frutas frescas, siempre manteniendo la impronta de su recetario: conservar el espíritu de esa cocina manchega de raíces aplicando el punto justo de modernidad, premiándonos de nuevo con un menú degustación donde todo suma y nada resta, donde no hay platos de relleno, donde todo es protagonista y tiene su razón de ser. Y sin olvidarnos, claro, de sus versiones de los platos más clásicos de cuchara como por ejemplo esos callos que representan por sí mismos la más alta cocina popular y que pese a los 200º de temperatura que había en la calle, te acababan obligando a mojar pan y casi a relamer el plato. El menú propuesto (95 euros) consistió en:

-Aperitivos varios: el apartado con menos novedades, primero la clásica bandeja ovalada con la crema de parmesano, la aceituna rellena de lichi, la galleta de tomate con crema de anchoa o los fantásticos rollitos de cilantro, después el bocadillo de panceta ibérica con sangría y por último un bocado de hojaldre ligero con jamón. Un juego de sabores que despiertan el intelecto.

-Cuña helada de queso con aceite de hierbas, praliné y mermelada: típica elaboración de Pepe jugando con los contrastes helados y con quesos manchego y parmesano. Yo no puedo con los quesos fuertes por lo que me lo cambiaron, pero a mi mujer le encantó.

-Bonito fresco con hojas de mostaza y lima: sustituto para mí del plato anterior, además el bonito es uno de mis pescados preferidos, preparación en frío realmente espectacular por su textura mantecosa, una delicia.

-Ajoblanco de coco y sandía: preciosa composición cromática formada por un cilindro hueco de sandía con ajoblanco al coco por dentro. Refrescante, pura chispa.

-Langostinos con ensalada de manzana verde, algas y wasabi: o cómo sacar todo el partido de un excelente langostino en una exquisita ensalada que juega con sabores ácidos y mínimamente picantes. Maravillosa.

-Galleta de pichón y foie-gras, morteruelo especiado y frutas: plato repetido del menú de diciembre pero con razón, fue quizá lo que más nos gustó. El resumen de lo que es la cocina de Pepe basada en producto, sencillez, finura, sabor, contrastes y raíces Manchegas. Un plato de 10 “cum laude”.

-Salchicha casera con un caldo rancio de tocino: en los platos de chuchara hablamos de un maestro, señores, ¡qué caldo! Y el sabor de la salchicha, el punto de la legumbre. Alta cocina de la cuchara. Formidable.

-Soufflé de setas a la brasa: homenaje a las setas de estío, perrechicos, senderuelas, en una composición en timbal de fino chocolate, coronado por su huevo. De nuevo destaca el principal factor de esta cocina, el sabor, el olor, la fuerza, el juego de texturas. Espectacular.

-Potaje de bacalao y espinacas: cuando lo olió mi mujer me dijo, “esto huele a mi potaje”. Pues sí, tras una espectacular presentación cromática se esconde uno de los platos clásicos de la cocina castellana cuaresmal. Y la versión de Pepe no es perfecta, es pluscuamperfecta. Para levitar.

-Pichón asado con cebollitas aromatizadas: preparado casi sangrante, como me gusta, se deshace en la boca, un auténtico “bocato di cardinale”. Y para qué comentar sobre esas cebollitas que suele poner en otros platos de carne, todo un pecado venial.

-Callos tradicionales: a pesar de que estábamos llenos, Diego nos propuso probar los famosos callos que prepara su hermano, considerados los más grandes por muchos críticos. La frase de mi mujer lo resume todo “lo siento mamá, pero te han superado”. Y los callos de mi suegra son excepcionales, créanme. Sublimes, impactantes, perfecto equilibrio entre potencia, melosidad y sabor, sobre todo sabor. Otro 10.

-Perlas de lima, cítricos y té verde: pre-postre que cumple a la perfección con su cometido de limpiar la boca por su acidez y frescura en una bonita composición cromática con el color verde como protagonista, un poco al estilo del cromatismo verde de Jordi Roca aunque obviamente sin la complejidad técnica y sápida de éste. Muy bueno.

-El postre de pistacho en seis texturas: el genio de Pepe sale en los postres donde es un tres estrellas sin discusión, ahí le sale la Escuela Berasategui, al fin y al cabo es discípulo del gran cocinero de Lasarte. Si la vez anterior nos dejó alucinados con el roscón de reyes, esta lo hace con un homenaje al pistacho en varias texturas, helado, en crema, esferificado, en fin, uno de los mejores postres que hayamos probado.

Finalizamos con su excelente café (el mejor que hemos probado en un restaurante) y sus deliciosos pequeños caprichos, una regleta con cinco delicados “petit-foirs” para cada uno.

Cada vez que vamos comemos mejor en esta casa porque representa la cocina que más nos gusta, cocina de toda la vida, con raíces, con sabor, con amor, con el justo punto de modernidad bien entendida, en fin, una cocina con la que nos sentimos especialmente identificados. Un menú sencillamente memorable y que está entre lo mejor que se puede disfrutar hoy por hoy en España sin ningún género de duda.

Pero para nosotros no hay disfrute completo sin grandes vinos. Pese a que en esta casa hay una carta de vinos excepcional dividida en varios tomos nos dejan aportar nuestras propias botellas solo con la condición de que sean vinos que estén a la altura de la cocina. Este detalle, de verdaderos amantes del vino, es muy importante para nosotros porque nos permite aportar vinos de clase mundial que hacen de un gran menú una experiencia única y que además podemos compartir con ellos para que prueben, porque los grandes vinos deben ser compartidos por personas que los saben apreciar y tanto Diego como Pepe y José Carlos (el sumiller) lo saben. Comenzamos con la Bota de Manzanilla Nº16 (Saca de Enero 2009) que José Carlos nos ofreció con los aperitivos, como ya hemos dicho otras veces, estos vinos de Navazos crecen con el tiempo en botella y ahora mismo está excepcional, mostrando ese perfecto balance entre la frescura de la flor y la complejidad de la oxidación. Después abrimos un emocionante Champagne Bollinger RD 1996 . Este es sin ningún género de dudas uno de los mejores Champagnes de todos los tiempos porque lo tiene todo, absolutamente todo lo que le pedimos o a un vino. Y cada vez está más cerca de su momento ideal. Lástima que tengamos más botellas.

Después cayó uno de los mejores vinos tintos de Italia y del mundo, un Soldera Brunello di Montalcino Case Basse “Riserva” 2001 . Un vino increíble en su juventud, esférico, complejo, largo, sublime, brutal, imperial, se agotan los adjetivos. Su elegancia es sobrecogedora. Su recuerdo es infinito. Su categoría es indiscutible. Y con los postres, aportamos un Gessinger Zeltinger Sonnenuhr Riesling Auslese 1976 , una perfecta muestra de rielsing del Mosela maduro en añada cálida con una nariz sencillamente embaucadora. Armonías de escándalo con estos vinos, la manzanilla con los aperitivos y el queso/bonito, el Champagne con el ajoblanco, los langostinos y la galleta de foie y el soberbio tinto con la salchicha, el soufflé, el potaje y el pichón, pero ante todo nos quedamos con una. Guardamos una copa del RD con los callos. No sabemos si existe ese ideal del cielo, el nirvana o el paraíso, pero los callos de Pepe y una botella de Bollinger RD 96 pueden suponer lo más similar. La apoteosis.

Del servicio del vino y mesas ya hemos comentado en otras ocasiones que nos parece perfecto por todo, formación, amabilidad, cercanía, buen rollo que se contagia, sin fallos, todo en perfecta armonía. El trabajo de José Carlos en la sumillería resulta impecable y detalles como darnos a catar el vino tinto en dos copas diferentes para ver en cuál se comportaba mejor son una sola muestra de ello. Humildad, saber estar, educación, en fin, un tipo formidable. Terminamos en un pequeño reservado del piso de arriba (esta vez comimos en el clásico comedor de abajo porque arriba había una pequeña boda) con Diego y con Pepe hablando de lo divino y de lo humano con nuestros gin-tonic en la copa, de cocina, de vinos, de fútbol, de política, en fin, son dos tipos sencillos, amables, campechanos, cultísimos, con los que da gusto hablar y compartir una sobremesa. Es la tercera vez que vamos a este local y nos tratan como si fuéramos sus mejores clientes, como si fuéramos amigos de toda la vida. Esto es lo que hace que por encima de todo nos sentamos tan a gusto en esta casa, porque restaurantes donde se come y bebe a este nivel hay algunos, pocos pero algunos, pero restaurantes donde se come y bebe a este nivel y además nos tratan de esta forma solo conocemos dos: El Bohío y El Celler de Can Roca. Y punto.

Que para nosotros El Bohío es el mejor restaurante de la zona centro es algo que está claro, lo hemos mencionado en otras ocasiones y ahora no hacemos más que confirmarlo. A partir de ahí, hay debate y unos preferirán la audacia y la originalidad en la cocina de Diverxo, otros la puesta en escena y el lujo barroco de Santceloni, otros se quedan con el contundente mestizaje de Viridiana, otros hablan del gran momento de Coque, otros con la segunda gran referencia manchega de Las Rejas o incluso nos han hablado bastante bien del nuevo Atrio a pesar del intolerable precio de los vinos. Pero nosotros nos quedamos con El Bohío. ¿Saben por qué? Pues porque aquí somos felices. Y eso, créanme, está muy por encima del mero hecho de comer y beber bien, ser feliz es uno de nuestros objetivos como seres humanos. Y nosotros, en Illescas, lo somos.

Gracias por permitirnos hacer de nuestro cumpleaños algo tan especial. Nos veremos más pronto que tarde.

PS. Uno de los factores que echan hacia atrás a mucha gente de ir a este restaurante es que está a 35 km de Madrid y Toledo y por tanto hay que coger el coche. Pues bien, ante la campaña de la DGT de intensificación de controles de alcoholemia durante esa semana decidimos ir en transporte público y lo cierto que hay dos buses interurbanos (402 y 464) que salen del intercambiador de Plaza Elíptica y en 40 minutos te dejan en la puerta del restaurante. Y lo mismo a la vuelta. Así se puede comer y beber a gusto, sin preocupaciones.

PS (2). Como los de la guía de las ruedas no les premien con la segunda estrella este año y máxime con la inauguración del nuevo comedor le voy a mandar un mail a presidente de la compañía automovilística para la que trabajo, indicándole que no monte más ruedas del “bibendum” en nuestros coches. Bueno, a la hora de la verdad no lo voy a hacer ni me harían caso, pero dicho queda. Es intolerable.

PS (3). En un par de días, completo reportaje visual en el blog.

Había oído y leído mucho sobre El Bohío y su adaptación de los últimos tiempos hacia esa cocina tradicional pero con esos toques de auténtica personalidad y buena técnica por parte de Pepe Rodríguez. Así que tenía muchísimas ganas de ir pero el problema de este restaruante, desde mi punto de vista y sobre todo para los que no somos de la zona, es esa ubicación a mitad camino entre Madrid y Toledo, una especie de tierra de nadie ya que el municipio donde se localiza, tampoco es que tenga otro especial atractivo, como para hacerle una visita turística.

Por fin pude ir y, además, invitado, ¿se puede pedir más? :-). No obstante, intentaré ser muy objetivo en las valoraciones.

Nos propusieron una especie de menú de degustación que consistió de entrada y para romper el hielo en unos aperitivos, minúsculos, estilo nueva cocina, pero muy gustosos de Galleta de aceituna negra con parmesano, Mini ensalada de pollo, Tomate con anchoa y Aceituna con lichi. Bien.

De platos principales tomamos:

- Escabeche de perdiz. Verdaderamente genial esa idea de ofrecer el escabeche frío, bajo una base de una espuma de hielo crujiente. Enormemente refrescante. Si hay que buscarle un pero, tal vez un punto excesivo en la dosis de vinagre del escabeche.
- Ropa Vieja con caldo de Cocido. Espectacular. Para mi gusto, uno de los dos mejores platos del menú.
- Nuestra versión del pisto manchego. El segundo de los platos que me dejó impactado por su sencillez pero, al mismo tiempo, por su finura y delicadeza con el tomate escondido bajo una lámina de pimiento rojo y los aderezos al margen. Una auténtica delicia.
- Salchicha casera con berza y caldo casero de tocino rancio. Buena definición de la salchicha, ligeramente especiada, sobre unas habichuelas en cado casero mantecosas y en su punto.
- Ajoarriero de bacalao ahumando. Un plato muy llamativo a la vista pero que no me impacto tanto como el resto, tal vez porque estoy acostumbrado a tomarlo en otros sitios de la serranía de Cuenca con similar paladar.
- Presa ibérica con asadillo especiado. Increible conseguir esa jugosidad en la presa y muy buena la combinación con las especias del asadillo, con un estilo muy latinoamericano.
- Queso, miel y manzana verde. La manzana troceada y casi congelada sobre el queso cremoso y una ligera base de miel. El primer postre con mucha frescura que nos limpiaba la grasa de los platos anteriores.
- Chocolate especiado. Un postre final, contundente y respetando la autenticidad de la materia prima.

Durante toda la comida tomamos Lagar de Cervera 2011 y Viña Ardanza Reserva 2004, que acompañaron bastante bien a todos los platos.

Estuve ojeando la increíble carta de vinos del Restaurante repartida en hasta seis libros diferentes destinados a: Vinos espumosos, Tintos Españoles, Tintos de Castilla La Mancha, Blancos Españoles, Tintos del Mundo y Blancos del Mundo. Buenas selecciones a precios bastante razonables. El servicio del vino durante la comida fue impecable.

No puedo hablar de la relación calidad precio porque fui invitado pero los precios que pude ver en la carta me parecieron bastante ajustados al nivel del restaurante.

  • Queso, miel y manzana verde

    Queso, miel y manzana verde

  • Ropa Vieja con caldo de Cocido

    Ropa Vieja con caldo de Cocido

  • Versión del Pisto Manchego de El Bohío

    Versión del Pisto Manchego de El Bohío

Por fin llegó el tan esperado dia de la visita a El Bohio. Despues de alguna "baja", quedamos 5 personas para el almuerzo. Llegamos todos a la vez a las 14:00 ( media hora antes de lo que esperabamos) pero el despliegue del servicio estaban en sus puestos y como constatamos mas adelantes, en exclusiva para nosotros. Siendo cinco como eramos a buen seguro que ellos eran mas numerosos: el hermano de Pepe que nos recibió, el sumiller, un camarero, una camarera, no sé si otra persona mas de servicio y quienes hubiera en la cocina ( Pepe Rodriguez no apareció por la sala). Una pena si esto es lo habitual ya que dudo que un local pueda mantenerse en estas condiciones,

Por otra serie de circunstancias del grupo , que no vienen al caso, no pedimos el menu degustacion y desde mi punto de visto esto restó interes a la comida si bien tambien confesaré que me dejó con unas "ganas" incluso aun mayores por repetir e ir a por ese menu.

Nos decidimos por el "Menu Primavera" que a un precio mas que comedido ( 48 €) constaba de aperitivos, un entrante, un pescado, una carne y postres.
Mientras nos decidiamos, unos vermouts Martini y una copa de champagne que no recuerdo el nombre.
Para beber en lo que se refiere a los vinos no me pareció de gran ayuda la labor del sumiller pero este punto quedó mas que compensado en los postres como luego explicaré.

Vamos a la descripcion del ágape:
- Aperitivos: servidos sobre una pequeña pizarra negra:
* Aceituna negra con parmesano
* Mini ensalada de `pollo
*Tomate con anchoas
* Galleta de cerdo con sobrasada
*Aceituna verde con lichi. Este el que menos me gustó por el contraste entre el dulzor del lichi y la aceituna. El resto muy buenos

- Patatas con chorizo: buenisimas. Servidas en un original cuenco de roca ( o lava). Cremosa patata con chorizo desmigado
- Ropa vieja y el caldo del cocido. Sublime. Esperaba este plato con ansiedad y no me defraudó en absoluto. Contundente.
- Bacalao frito con el jugo de adobo. Un trozo de bacalao perfectamente desalado y rebozado sin gota de grasa. El adobo le conjuntaba a la perfeccion
- Pichon con trigueros, butifarra y pasas. Esplendido trozo de pichon en su punto de carne roja tiernisima, La salsa me parecio algo floja pero lo compensaba la calidad y punto de la carne.
( el resto pidio "embutido de pato con salsa de mandarinas" que realmente era lo que llevaba el menu, pero a mi me apetecia probar el pichon y lo cambiaron sin problema)

Acompañamos con:
- Leon Beyer Riesling 2009
- Cesar Principe 2004
- Hipperia 2006
que maridaron muy bien destacando sobre todo el acierto de Cesar Principe con el bacalao.

Para el postre que me resultó buenisimo ( no suelo llegar a los postres...) el sumiller nos recomendaba un moscatelo o tokaji... pero le instamos a que nos sorprendiera y vaya si lo hizo. Un destilado de manzana : Malus mama creo que del Pais Vasco. En botella de medio litro con tapon ecologico de corcho y 11 º de graduacion. Sutil, suave y dulzor perfecto para acompañar el bizcocho de leche con yogur y cereales, que ya digo que me encantó.

Acabamos con cafes y petit fours ( estas utlimas no me entusiasmaron pero ya no podiamos mas).
Finalizamos con 2 Gt's por persona que encarecieron bastante la cuenta ya que eran a casi 17 euros cada uno. La carta de ginebras era relativamente corta y sin estridencias. Tomamos las ginebras con Schweppes "normales" no con las premium Heritage.

En total se nos puso en 125 € por persona por lo que he comentado de vinos, licores y otros vicios pero hay que destacar que el precio del menu que tomamos es de 49 euros.

En resumen, experiencia grata y con ganas de repetir y probar el menu degustacion. Sobre lo que aqui ya se ha comentado de "estar entre los grandes" yo no lo pondria a la altura de un Celler pero desde luego en Madrid entre los top 5, si que lo pondria.
He puesto una nota "muy buena " en todos los apartados porque la calificacion de "extraordinaria" me parece desmesurada. Si que destacaria como extraordinario el precio del menu Primavera si bien el conjunto del precio se fue a casi el triple por las bebidas sin que pidieramos unos vinos muy caros ( ninguno pasaba de 35 euros).

Llevas días esperando que llegue el domingo, con esa impaciencia que sólo los frikis de esto conocemos. Por fin amanece ese día y nos da igual si llueve, hace calor o hay ola de frío en España. Tú sabes que hoy es el Día y lo que viene por delante no entiende de condiciones, es un disfrute para el cuerpo.

Pasas la mañana lo mejor que puedes, dando vueltas y por fin llega la hora de coger el coche y salir hacia Illescas. Paseo agradable y con tiempo para comentar lo que pediremos para comer. Si hacemos carta o nos tiramos al degustación como siempre. Si habrá alguna cosa nueva en carta. Finalmente decidimos hacer lo de siempre, ponernos en sus manos.

Por fin llegas. Te recibe Diego, perfecto anfitrión. Calidez, amabilidad, saber estar, saber hacer. Pasamos a la cocina un momento y saludamos a Pepe. Nos cuenta lo que ha pensado ponernos, nos daba igual, veníamos entregados para esta especial ocasión para nosotros

Subimos al nuevo comedor. Comedor a medio gas que finalmente se llenó. Me alegro por ellos. Si hay que definirlo con un palabra esa es LUZ.

Por fin nos sentamos. Viene Diego nos trae algo. Rubén nos saluda y coloca en la mesa otro aperitivo. José Carlos nos cuenta algo de champagne para empezar, un vino alemán y algo de un manchego tinto con syrah y petit que va a ir perfecto. Pues vale, si a nosotros todo nos viene bien¡¡¡

El ballet comienza, todo perfecto. Los platos se suceden, van y vienen. Copas adecuadas para cada vino que aparecen y desaparecen, siempre llenas. ¿Más pan?, siempre agua... Pero como todo lo bueno se acaba, llegamos al final de la parte salada con una sonrisa en los labios y después de decirles varias veces: ¡qué bueno estaba! Sabes que la fiesta está acabando. Pero, queda el dulce. Y qué dulce¡¡¡ en esta casa lo bordan. Un festival para terminar de imaginación y como decían los amigos FULANO Y MENGANO, si con un pistacho hace esto qué coño no hará con una gamba roja.

¿Qué comimos? Pues creo recordar que hubo aperitivos, y morterulo, y ropa vieja, y foie con lomo y pescado y carne…. Lo que si sabemos, da gusto venir a un sitio donde sabes antes de entrar por la puerta que todo va a estar perfecto, que el trato es fantástico, el servicio increíble y la calidad humana lo mejor de todo.

Pepe está en un nivel increíble, hay que ir a verle. Y Diego es el capitán de un equipazo. Gracias a todos

Estrellas? Tienen una en la cocina, otra en sala, otra con los vinos... afortunadamente conocemos algún biestrellado e incluso tri. No entiendo como no tienen dos, la comparación con algún restaurante capitalino por ejemplo no se sostiene.

Llevábamos un tiempo sin acudir a este soberbio restaurante y a finales de diciembre, aprovechando unos días de vacaciones, cumplimos con una visita que sinceramente consideramos imprescindible. Como novedad comentar que hay disponible un nuevo comedor en el piso de arriba, una sala amplia y diáfana, de techos altos y perfecta acústica, decorada de forma cálida y austera, con las mesas perfectamente separadas y mucha luminosidad. Quien echaba en falta un entorno más acorde con la cocina desde luego que ya lo tiene.

En cuanto a la cocina está claro que Pepe Rodríguez Rey se encuentra en un momento de inspiración especialmente dulce, su filosofía basada en el producto, la sencillez, el sabor, los contrastes y las raíces manchegas está cada vez más consolidada y resulta sencillamente arrolladora. El menú de la temporada de invierno (90 euros) consta de unos aperitivos, 7 platos y 2 postres. La casa nos ofreció la posibilidad de incluir becada por 20 euros más a lo que accedimos, al fin y al cabo esos 20 euros no van a cambiarnos la vida y la becada no se come todos los días. Pocos, muy pocos menús hemos disfrutado con la regularidad, calidad, esencia y sabor del menú que vamos a detallar:

-Aperitivos varios y bocadillo de pichón con sangría: comenzamos con unos interesantes aperitivos, basados en contrastes con distintos quesos y un espectacular y crujiente bocadillo de pichón rebosante de sabor de la más fina caza. Lo acompañan con dos copas de una fresca y frugal sangría que hace perfecto contrapunto.
-Escabeche de perdiz: reinterpretación de un clásico toledano con un sombrero helado elaborado con las técnicas más modernas y una base de escabeche fina y cremosa, logrando un equilibrio de temperaturas y texturas sencillamente magistral.
-Espardeñas, centollo y huevas de pescado en una sopa al cuarto de hora: una sopa de mariscos deliciosa, caldo esencioso y denso, marisco de primer nivel y un plato que eleva la cuchara a su nivel más excelso.
-Pisto manchego: bajo un pimiento rojo gelificado, la esencia de un pisto hecho a la vieja usanza, casi caramelizado. Uno de nuestros platos tradicionales preferidos.
-Galleta de pichón y foie-gras con morteruelo especiado y frutas: la caza, la casquería, todos los sabores montaraces en un plato de ovación, de esos que arrancan un aplauso. Bomba sápida y aromática. ¡Qué bueno!
-Gazpachos de conejo: otra salvajada de plato. ¿Cómo se puede conseguir ese sabor del más puro campo en una cucharada de caldo? Acompañado con dos deliciosas chuletitas del mejor conejo de campo. Todo un homenaje a Bugs Bunny y sus compadres.
-Ropa vieja y el caldo de cocido: todos los grandes restaurantes tienen su plato fetiche y este es el del Bohío. Sabores de antaño en un caldo concentrado y en una ropa vieja que alcanza sus cotas más elevadas. Un plato de toda la vida con el que Pepe logra la perfección.
-Cochinillo ibérico con manzana: tremendo cochinillo, tanto por su sabor como por el contraste de textura entre el interior y en la piel, crujiente y chispeante. Otro bocado clásico llevado a lo más alto.
-Becada asada con trufas de foie-gras: la becada es una carne distinta y complicada de comprender, preparada con una salsa ligada con su sangre y vísceras y presentada con unas voluptuosas trufas de chocolate amargo rellenas del mejor foie, es un plato de marcado sabor y solo apto para los más arriesgados en la mesa. Soberbia.
-Roscón de reyes: en los postres, Pepe es uno de los grandes de España sin duda. Este Roscón es el mismo cielo, postre de texturas y capas, con un sabor que lo sitúa en lo más granado de este suculento postre navideño. Puro pecado venial.
-Chocolate especiado y café: juego de varias texturas de chocolate en una curiosa composición geométrica añadiendo toques de café. Otra impresionante creación de un maestro de la repostería, la especialidad más complicada de la cocina y donde solo brillan los más grandes.

Poco más hay que añadir, insistimos una vez más en que es uno de los mejores menús que hayamos disfrutado, donde dos cosas destacaron por encima de todo, la aromática y el sabor. En una cocina donde cada vez están más presentes la técnica y la presentación, muchas veces se olvida lo más importante que no es otra cosa que conseguir que los platos huelan y sepan y en esto la cocina de Pepe está sobrada por todas partes, con unos platos llenos de sabor y aromática, llenos de personalidad y fuerza. Tenemos claro que una de las cosas más difíciles y meritorias en cocina es lograr la excelencia con platos tradicionales de toda la vida y eso es algo que aquí se logra y no solo con los descritos hoy sino con una sencilla ensalada campera o un atascaburras que por ejemplo comimos en temporada veraniega. Sencillamente sublime y magistral.

Siempre hemos dicho y sostenemos que no existe una gran comida sin grandes vinos. Y eso es algo que aquí tienen claro, pues la carta, con 800 referencias, es la más completa de Castilla La Mancha junto quizá con la de Adolfo Toledo. Son 6 tomos de fácil lectura y separados por tipo de vinos, siendo especialmente completos los de espumosos (impresionante su carta de Champagnes) y de vinos manchegos blancos y tintos, vinos que aquí se promocionan mucho y nos parece muy bien. Por el resto tenemos las más conocidas y prestigiosas referencias nacionales e internacionales. Por rizar el rizo, quizá falte algún pequeño productor sobre todo en el área internacional y reforzar la presencia italiana, pero bueno, todo no se puede tener. Los precios son variables y en general correctos para el nivel del local. Al cargo está José Carlos, un sumiller de los grandes, humilde, con conocimientos y ganas de aprender y de compartir experiencias sobre vino y que capitanea un servicio modélico, tanto por copas como por el tempo. A pesar de la excelente carta, la casa nos dejó llevar nuestro vino y tiramos la casa por la ventana aportando cuatro de los grandes vinos del mundo:

-Champagne Egly-Ouriet Blanc de Noirs Les Crayeres
-François Bertheau Chambolle-Musigny 1er Cru Les Charmes 2008
-Poderi Aldo Conterno Barolo Granbussia Riserva 1999
-CVNE Corona Semidulce 1939

El Champagne es la joya de Egly-Ouriet, uno de nuestros “vignerons” preferidos en la zona, un degüelle del 2006. La más precisa expresión de la pinot noir espumosa. Bertheau es uno de los productores más clásicos de Chambolle y el vino es pura esencia de su comuna, una delicia de pinot noir tinta. El Barolo es uno de los mejores y más prestigiosos, solo se elabora en las mejores añadas y con la mezcla de los mejores pagos de Aldo Conterno, un vino sencillamente excepcional. Y el Corona…pues historia pura, de España y de CVNE. Un vino que nunca olvidaremos. En cuanto a las armonías, algunas memorables como el Champagne y el escabeche, el Bertheau y el gazpacho de conejo, la becada y el Barolo o el Roscón con el Corona…ah y una cosa más, el café, un café realmente excepcional para finalizar, algo que muy pocos restaurantes cuidan como aquí. Luego vino un GT por invitación de la casa, que por desgracia no pudimos terminar pues habían pasado más de 5 horas y tenían que cerrar para la cena…

¿Y el servicio? Pues estupendo. Capitaneado por Diego, hermano de Pepe y uno de los mejores maestresalas de España, resulta modélico en sus formas y estilo, realizando su trabajo de forma rápida y eficaz, siempre con una sonrisa, explicando los platos y resultando cercanos sin caer en el colegueo. Diego merece un capítulo aparte, es el Von Karajan de la sala. Dirige con una mirada, conoce a sus clientes, sabe tratar a todo el mundo, hace de la sala algo suyo sin que se note y se mete a todos los clientes en su bolsillo. Impresionante. Al final y tras charlar algo con Pepe, terminamos sentados con Diego hablando de lo divino y de lo humano y les comenté que para mí ellos son los Roca de Illescas, no porque sean parecidos en sus formas, no nos engañemos, ni el Bohío ni probablemente ningún restaurante del mundo está al nivel del Celler, pero son dos trayectorias similares, son unos hermanos que han proyectado sus ideas a un negocio familiar y a base de mucho talento, mucho trabajo y mucha humildad han colocado a su local en una altísima cota de calidad. Y con una clara proyección de mejora en los próximos años.

Para los de la guía de las ruedas es solo una estrella, para cualquiera que lo conozca, un dos estrellas sólido y casi tres en los postres, pero ante todo tienen un reconocimiento que está por encima de todos: un miércoles de diario, local lleno hasta los topes y clientes saliendo con la mejor de sus sonrisas. Los premios caerán por ellos mismos. Hoy por hoy, estamos ante el mejor restaurante de la zona centro y uno de los grandes de España. Y cada vez que vamos, mejora. Volveremos sin dudarlo. Gracias por tan magnífica tarde, por hacernos disfrutar tanto.

Si alguna vez alguien se quejó de la decoración de este restaurante ya no hay excusa para no ir.

Han tocado la parte de abajo, disminuyendo el número de comensales y aumentando el recibidor. Por otra parte, han abierto un nuevo salón en la parte de arriba. Decoración actual, llena de luz. Para nuestro gusto, un acierto.

Comida excelente, un homenajazo. Tomamos el degustación con un plato más, Anchoas. Además nos cambiaron la carne por otro pescado, Bacalao frito con el jugo del adobo para mi chica.

unos aperitivos ya clásicos para abrir boca y además un "bocadillo de lomo de orza" con sangría.

- Queso, trufa, lima y curry.
- Escabeche de perdiz.
- Anchoas con queso y remolacha.
- Espardeñas, centollo y huevas de pescado en una sopa al cuarto de hora.
- Pisto Manchego.
- Galleta de pichón y foie gras, morteruelo especiado y frutas.
- Ropa vieja y el caldo de cocido.
- Merluza en salsa verde de mostaza.
- Grouse (perdiz escocesa) con trufas de foie gras.

- Perlas de lima, cítricos y té verde.
- Postre de chocolate.

Platos ya conocidos y algunos nuevos a un nivel excepcional como el morteruelo y el escabeche de perdiz. Y para los amantes de las emociones fuertes la grouse. Platazo.

Petit fours para el café y gt de martin millers con fever.

Servicio de sala perfecto y muy atento. Diego al pie del cañón, pendiente de todo y todos.

El vino, punto y aparte, José Carlos es un monstruo. Lo mejor es ponerse en sus manos y disfrutar... si no hay que coger el coche como en nuestro caso. Tomamos por copas: Un albariño, Flore de Carme, para empezar y un tinto de Guadalajara realmente sorprendente. Tempranillo y un punto de syrah. F. Rio Negro.

Tenemos la suerte de conocer algún biestrellado en Madrid y para nuestra opinión están como poco a la altura. Se merecen la segunda YA. El mejor restaurante de Madrid. GRACIAS A TODOS.

Más de tres horas de festival en este templo, rematando con una charla con ambos hermanos. Una delicia.

Precio del menú.

Nos parecía un largo camino (200 Km) para el único propósito de comer en este renombrado restaurante, pero, tal vez (bueno, seguro) por la compañía y, en gran medida, por lo que allí degustamos, mereció muchísimo la pena. La ocasión así lo requería.
Local pequeño, decoración extraña (mezcla que no podría describir con pocas palabras) pero acogedora y ambiente muy agradable.
Espectacular carta de vinos, repartida en varios tomos, y servicio de éste, muy correcto, quizá demasiado a nuestro entender (sumiller con chaquetilla de frac negra, camisa blanca con pajarita y delantal de cuero negro). Un pero al servicio: no se nos decantó un vino (una copa que pedimos después de nuestra botella) que contenía bastantes posos, con lo que la copa quedó totalmente llena de ellos. Tras nuestro comentario, quedó totalmente subsanado.
Muy bien Diego (hermano de Pepe Rodríguez), como jefe de sala.
Optamos por el Menú Degustación (como no podía ser de otra forma) y resultó perfecto:

- Queso, Lima, Trufa y Curry: contraste frío-calor, de sabor intenso y aspecto parecido a las cenizas de un volcán.
- Moluscos con el jugo especiado de membrillo: buenísima calidad y en su punto.
- Setas en ensalada, rosas, almendra y papada: nos gustó.
- Guiso de puerros, patata y bacalao: tradicional guiso con estilo vanguardista, parecido a una vichyssoise deconstruida.
- Espardeñas con el pan de la sopa de ajo y yema batida: el que menos nos impactó.
- Lubina con salsa verde de ternera: riquísima, uno de los platos que más nos gustó.
- Trufa hecha en un caldo del cocido: el más impactante, sorprendente, de riquísimo sabor, una delicia.
- Ciervo asado con foie gras y cerezas: muy bien cocinado, totalmente en su punto y muy bien acompañado, uno de los mejores ciervos que hemos comido.
- Manzana, Café y regaliz: postre para quien le guste el café (nuestro caso).
- El postre de chocolate: sin ser partidarias del chocolate ni de los postres, podemos decir que nos encantó.

- Vino (Syriacus 07) + copa de vino + 2 copas de cava + 2 cervezas + 1 café
- De repostre, su famoso, original y buenísimo Flan de Caramelo (no incluido en el Menú Degustación y no siempre disponible, según nos comentaron).

Todo ello, 284€, buenísima relación calidad-precio.

Al final de la espectacular comida, agradable conversación con Pepe en la que le felicitamos efusivamente.
Y como los buenos momentos casi nunca vienen solos, se nos presentó una hermosa noche en la sierra de Madrid…

  • Flan de Caramelo

    Flan de Caramelo

  • Ciervo asado con foie gras y cerezas

    Ciervo asado con foie gras y cerezas

  • Trufa hecha en un caldo del cocido

    Trufa hecha en un caldo del cocido

Poco más que añadir al anterior comentario. Nuestro menú prácticamente fue el mismo con un par de cambios:

- Pochas con rabo de cerdo. Increible
- y un postre: escamas de azúcar, yogur y chocolate. Impresionante

y tuvimos ocasión de probar tres carnes más. Aún pidiendo el menú degustación a mesa completa, han tenido la amabilidad de ponernos una carne distinta a cada uno y así hemos podido probar más cosas:

- jarrete de buey
- pichón con arroz de morcilla y verduras
- cochino ibérico asado con manzana

estos tres platos a la altura de todo el menú: Fantásticos.

Toda la comida perfecta, no se puede poner un pero.

Mención especial al servicio. Restaurante lleno. Trato, atención y tiempos perfectos. Equipo magnífico dirigido por Diego. Muchas gracias a todos por las atenciones.

Y del vino, qué decir¡¡ José Carlos es un crack. Da gusto escucharle hablar de vinos. Nos pusimos en sus manos y tuvo a bien obsequiarnos (no se puede decir de otra manera) con una rareza que tiene por ahí guardadas. De esas que sólo le llegan unas pocas botellas. Y lo mejor de todo, por debajo del precio que le dimos. Una joyita nada cara y que nos ha encantado.

Hay gente que critica el local o su decoración. Nosotros nos sentimos como en casa. Disfrutamos de la comida y el trato que recibimos. Se podría mejorar el restaurante? tal vez sí. Podrían cambiar de local y hacerlo más moderno? seguramente. Pero entonces, dejaría de tener ese encanto y no sería EL BOHÍO.

Gracias de nuevo a todos. Volveremos tan pronto lo permita la cartera.

Para nosotros, el mejor restaurante de "Madrid".

El precio es del menú degustación.

Pese a tenerlo muy cerca hacía bastante tiempo que no visitabamos El Bohío.Craso error.La cena del jueves allí fue una de las más satisfactorias de los últimos años.

Me gustaría lanzar unas cuantas reflexiones,algunas de ellas a modo de pregunta.
-La cocina de Pepe basada en un producto excelso posee una técnica asombrosa,,una acusadísima personalidad y es una de la más sabrosas que se puede encontrar en la piel de toro.SABOR por encima de todo.
-Si bien es cierto que engarza perfectamente tradición y modernidad yo la considero una de las cocinas más creativas que conozco.Además en el menú que probamos hubo platos de una estética visual impresionante, propios de cocineros que en teoría tienen una concepción más intelectual.
-¿Cuantas estrellas tendría El Bohío con las vistas de Akelarre,la decoración y las instalaciones de El Celler de Can Roca?.¿Y si estuviera en Madrid capital,San Sebastián o Barcelona?.La respuesta es simple,sería un tres estrellas en toda regla.
-Lo sería por cocina,por servicio de sala y vino,por bodega,por vajilla,por menaje y cristalería.Lo tiene todo menos la cara bonita.
-Y es que algunos lo acusan de decoración mesonera,algunos llegan incluso a definirlo como estilo remordimiento.A mí, sin encantarme ni mucho menos no me molesta en absoluto.Incluso,me decía mi amigo y compañero de mesa,un auténtico crack por cierto, que alguno de los cuadros que cuelgan de sus paredes tienen especial interés.
-No me parece significativo para no subir su calificación.No olvidemos que al final lo importante de un restaurante es la comida.Señores de la Michelín,mínimo el segundo macarrón para El Bohío ya.

Cena para dos.Optamos por el menú degustación.
-De aperitivo,pan con chorizo con una copita de sangría.Simpático y sabroso.
-Queso,trufa,lima y curry.Plato de una estética espectacular.La combinación potente,una bomba de relojería para el paladar.
-Moluscos con jugo de algas y manzana.Excelente,el sabor de la vieira para llorar.
-Gazpacho toledano con dos tomates.Nos gustó,pero fue el plato que menos nos encandiló.
-Salpicón de bonito especiado.Refrescante y original.El bonito se deshacía literalmente en la boca.
-Espardeñas con el pan de la sopa de ajo y yema batida.Plato memorable.Las espardeñas tratadas levemente,al mezclarlas con el pan de yema batida,el éxtasis.
-Mero con puré de legumbres y avellana.La carne del pescado tersa y el punto perfecto.La piuel crujiente.
-Ropa vieja y el caldo del cocido.Mítico plato.Intenso y rotundo sabor.El caldo nos retrotrae a épocas pasadas.
-Cabrito asado con cebolletas.Melosidad en estado puro.
Los postres:
-Pasión,vainilla y coco.De altura
-El postre de pistacho.Simplemente bueno.

En cuanto al servicio de sala y mesa,pese a la ausencia de Diego que estaba fuera de España,fue simplemente inmaculado.
José Carlos,el sumiller,es un profesioal como la copa de un pino.Derrocha amabilidad y conocimientos.Nos dejamos aconsejar por él y nos sirvió dos copas de champagne Jean Lallement,grand Cru.Un blanco viognier Boreas 08 de gran complejidad pero que se fue apagando en las copas y una novedosa "joyita" de la vecina Francia(pero con un nombre más español que una tortilla de patata)Fandango 2007,un 100% Syrah,potente y equilibrado,servido a temperatura perfecta, que nos convenció.
Cristalería Schott Zwiesel,cubertería Guy Degrenne y menaje de altura.
Tras los cafés,animada,instructiva e interesantísima charla con Pepe Rodríguez Rey.Tocamos todos los palos del mundo de la gastronomía y además nos dijo que coincidía en muchos de nuestros comentarios.Un halago viniendo de un Premio Nacional de Gastronomía.
La cuenta 262E.El menú dwegustación 90E.Nos invitaron a el café y las copas de blanco.El tinto,32E.
En definitiva,aunque para algunos El Bohío necesita una operación de estética para ser uno de los más grandes,para otros, entre los que me incluyo,por cocina,servicio y bodega El Bohío es un restaurante top.

Esa es la palabra que resume la comida de hoy. Todos los platos del menú nuevos, excepto la ropa vieja. Imprescindible¡¡¡

Servicio de sala magnífico.

El vino al nivel de siempre: Excelente.

Si en nuestra anterior visita salimos un poco decepcionados con el servicio, hoy se han superado. Detallazo¡¡ Se acordaban y nos han pedido disculpas.

Gran restaurante y gran equipo. MUCHAS GRACIAS.

PD, precio del menú sin vinos

Premios Verema

  • premio_verema
    Mejor Mejor tratamiento del vino
    2014

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