Restaurante El Bohío en Illescas
Restaurante El Bohío
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
49,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
domingos y lunes noche. Agosto
Nota de cata PRECIO MEDIO:
111 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.8
Comida COMIDA
9.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.4
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
Estofado de ciervo, cebolla dulce y picante con queso azul
Rabo de cerdo con judías, castañetas y salsa verde de cerdo ibérico
Caldillo de pescado con vieira en adobo
La Pringá del cocido, berza y su caldo
Guisantes al pil pil, tocino ibérico y caldo de cebolla asada
Callos de Pepe Rodríguez
El guiso de patatas con costillas
Huevo con cocochas, patatas y piparras
Anchoa con remolacha y queso
flan de caramelo
naranja,campari y azafrán
menu
Queso, miel y manzana verde
Ropa Vieja con caldo de Cocido
Versión del Pisto Manchego de El Bohío
Flan de Caramelo
Ciervo asado con foie gras y cerezas
Trufa hecha en un caldo del cocido
El postre
Opiniones de El Bohío
OPINIONES
63

Uno de los incomprensiblemente olvidados para la segunda estrella por la Guia Michelin. Un pedazo de restaurante, de lo mejor de España y sin duda el Mejor de Castilla La Mancha. Allí celebramos el pasado día de Reyes, con un Menú Degustación que eran todo auténticas obras de arte comestibles. Dejo nuestras fotos de lo que comimos en el blog.

http://la-cocina-creativa.blogspot.com/2011/01/restaurante-el-bohio-illescas-toledo-el.html

Nueva visita al Bohío tras mucho, demasiado, tiempo. Qué razón tiene ese dicho que reza "lo que no te mata, te hace más fuerte"; a pesar de la crisis, la cocina de Pepe sigue en constante evolución y la sala funciona mejor que nunca. Ningún atisbo de crisis por ningún lado, no escatiman un solo detalle. No lo hicieron nunca, y no lo hacen ahora. No es su estilo.
Entrados ya en harina, comenzamos el festival con un surtido de aperitivos y un "pan con chorizo" acompañado de una copita de sangría. Genial en su sencillez, me recordó a los bollos preñaos que servían en el norte en las noches de verbena y que resucitaban a un muerto; y el guiño canalla de la sangría ¡de crack!
Seguimos con un escueto "Queso, lima, trufa y curry". Escueto el nombre, porque el plato es de aúpa: una especie de esponja seca de queso, cubierto de polvo de trufa y una crema de limón con un toque de curry. Orgásmico.
A continuación el pulpo, servido en carpaccio, y acompañado de un caldo de membrillo especiado. No soy muy amigo de este cefalópodo, pero en este caso me agradó, y mucho.
De ahí pasamos a las "Setas en ensalada de rosas, con papada, verduras...", que presume de setas salteadas, una papada fundente (para comerse una ración entera de esta noble parte del cochino), un pedazo de calabaza a la plancha y verduras, hierbas, etc. y un sinfín de notas más.
En su aparente sencillez se presenta el "Guiso de puerros con bacalao", versión manchega de la porrusalda, que presenta unos puerros fundentes, un bacalao tornasolado y un caldo... qué caldo!!! Y el detalle de una esferificación (de cuyo sabor no logro acordarme...).
Dejando atrás el apartado de entrantes (por llamarlo de alguna forma, pues no hay una diferenciación clara dentro de los distintos componentes del menú, algo que me gusta muy mucho), aparece la "Lubina en salsa verde de ternera". O de cómo, con un juego de palabras y colores, presentar un plato de mar y montaña con una sencillez y minimalismo sublimes. Pura gelatina la salsa, que casa a las mil maravillas con el pescado.
Para finalizar la parte salada, un ciervo (intuyo que cocido a baja temperatura) con terrina de foie y membrillo y una cereza. Mantequilla pura la carne, una salsa gulesca donde las haya y una terrina que invita a untar pan y más pan. Por cierto, y hablando del pan, y en línea con la tendencia que se estila ahora en los grandes restaurantes, sólo un tipo de pan, grande, tipo rústico o "de pueblo", cortado para el comensal, de corteza muy gruesa y sabor a pan (lo cual, pese a parecer una obviedad, es raro raro raro).
La parte dulce comienza con un refrescante postre de "Perlas de lima, cítricos y té verde", con una sopita avainillada que es perfecto para refrescar el paladar y prepararlo para el "Postre de chocolate". Gulesco, gourmand, y del que nos hubiéramos comido un camión.
En la parte del vino, José Carlos, como siempre genial, atento, amable, y siempre dispuesto a agradar, nos agasajó con cuatro joyas: champagne Pierre Moncuit Cuvée Nicole Grand Cru 1999 ("champanazo", muy a tener en cuenta, con mucho deje "jerezano"), blanco Boreas Viognier 2008 (albaricoque, piel de naranja confitada, notas derivadas de madera nueva), tinto Grial Syrah 2006 (la syrah en su máxima expresión, arrebatadora) y Kleines Gewurztraminer 2007 para los postres (un clásico, no falla y está en su mejor momento).
La sala funciona como un reloj suizo comandada con maestría por Diego, siempre genio y figura, y que hace sentir al comensal como en casa, y flanqueado por Rubén, en constante evolución y recientemente finalista en los premios de Matoses.

La verdad es que cada día hay mas sitios de comida de vanguardia,creativa,de autor o como cada uno quiere llamarla,Las Rejas en Cuenca,el Locum en toledo,el Raff,el Ars nature en cuenca de nuevo,el Maralba en almansa,el Bohio,ete,etc.El año pasado estuve en el Bohio,y después de estar este año en unos cuantos sitios mas de la Mancha,me animo a comentaros lo que recuerdo del Bohio.
Lo primero que recuerdo es que el sitio desde fuera parecía cualquier cosa menos un restaurante de una estrella,el interior algo mejor pero muy clásico,eso si la vajilla de calidad y el servicio atento.
De comer cogimos el menú degustacion,cosa que por otra parte siempre me gusta coger ,empezamos con unos aperitivos que ni fu ni fa,ricos,sin mas,a continuación, la cosa ya fue cambiando a mejor.
Atasca-burras,miel y cuajado de ali-olí, versión moderna de un tradicional plato manchego,que tengo el gusto de conocer,pues llevo años veraneando en el salobre(Albacete),juega con las texturas,nada que ver en cuanto a presentación con el original,seria como una roca blanca sobre un fondo cremoso mas blanco,estoy observando la foto,y es como si de un pastel ruso se tratase,muy rico y original.
Perdiz en escabeche con foie y frutos secos al cacao,la presentacion del plato,seria como unos palos de foie y trozos de perdiz,tal que en un desierto de arena de cacao,muy rico tambien.
Espandeñas con asadillo manchego.
Verduras pochadas,licuadas y saltedas.
Ajoarriero de bacalao ahumado,me encanta el sabor ahumado y el bacalao.
Trufa hecha con caldo de cocido.original,bolita negra con la carne del cocido,con sabrosisimo consome.
Ropa vieja y el caldo del cocido,plato estrella canutillo de ropa vieja,como el plato de siempre,pero con una presentación nueva.
Pichon asado con terrina de bacon y polenta,sin mas no soy muy amigo del pichon,me recuerda al hígado(no de pato ni oca) y no me va,aunque procuro probarlo.
Pasion ,vainilla y coco.
El flan de caramelo.....,una vuelta de tuerca al flan tradicional,se presenta una bola de caramelo y dentro el flan,tienes que romper y juntar,muy rico.
Respecto a los vino pedí por copas,graso error, pues la cuenta,por copas para un tragón como yo no merece la pena,casi mas que la comida,10,55€,champan(copa),blancos y tinto a 4,55€(copa),no me acuerdo de las marcas,pero es la única vez en mi vida que me he gastado unos 55€ en vino,pues solo bebo yo,mi mujer bebe agua,el servicio 3,10 por barba,tampoco nunca me lo habían cobrado,pero vamos que en general gran cocina,si me parece mejor la de las rejas como he comentado en su valoración,es porque probé mas platos,y creo que mejor producto,trufa,boletus,mas caza y ademas algo mas barato,sin mas los dos sitios son estupendos.

Volvimos a comer con unos amigos a los que siempre hemos recomendado este restaurante, eramos 4, y nada más llegar la decoración del sitio estaba diferente, muy fria. No nos dijeron nada, pero preguntamos qué había pasado, nos contaron que era por una inundación que había habido y habían tenido que quitar los cuadros por si acaso, lo que hacía que el restaurante diera esa sensación de frialdad, suponemos que eso se resolverá pronto.

El restaurante estaba bastante lleno, pedimos un menú degustación, y después de los aperitivos, el 1º plato tardó en llegar aprox. 15-20 minutos, pero además la espera entre platos tambien fue muy alta, a veces incluso 10-15 min. Nos fuimos a 4 horas de comida, sin una sola disculpa y sólo una explicación tras preguntarles, diciendo que mucha gente había pedido el menú degustación.

Nada que objetar a la comida, a la altura como siempre.

Al final pedimos unos GT, después de pedir la cuenta nos dijeron si queríamos tomar algo más por cuenta de la casa. Rechazamos la invitación que hubiera sido más de agradecer antes de pedir las nuestras.

Una botella de blanco y par de copas de tinto perfectamente servidas por José Carlos.

Sensación agridulce en esta visita.

El Bohío era uno de esos locales que teníamos marcados con una enorme "X" en nuestra agenda de visitas y el pasado viernes pudimos por fin borrarla de nuestro casillero de pendientes. El local es quizá lo menos personal del restaurante, es pequeño y acogedor y la decoración podría ser calificada como de "mesón elegante". Las mesas y sillas son cómodas, aunque la separación no ofrece toda la amplitud que sería deseable. Por lo visto han quitado ornamentación para hacerlo más sencillo, algo que sin duda resulta agradable a la vista. El restaurante estaba prácticamente lleno, pero ello no alteró el tempo y la atención del servicio y de la cocina.

La cocina de Pepe Rodríguez se basa en cinco pilares fundamentales, que son producto, sencillez, finura, contrastes y raíces manchegas, todo ello conjuntado y armonizado para ofrecer un menú degustación veraniego (85 euros) que rozó la perfección. Siempre hemos tenido claro que ejecutar un menú degustación en temporada estival es algo complicado, pues no tenemos ni setas, ni caza ni guisos contundentes, que siempre nos dan más juego. Hay que jugar con la frescura y la sutileza y en ese sentido la propuesta de Pepe nos pareció modélica:

Aperitivos variados (deliciosos snacks, lo mejor, un rollito de cilantro)

Atascaburras con majado de ajo y miel (revisión de un clásico manchego, de textura sublime,
con el marcado sabor de un perfecto bacalao)

Escabeche de foie-gras y perdiz, toques de cacao y foie con sardinas (plato frío, de contrastes, delicado de sabor y arriesgado, de una personalidad arrolladora, ¡fantástico!)

Ensalada campera con bonito fresco (o como un plato de toda la vida puede llegar a cotas sublimes, con una magnífica materia, un perfecto punto de cocción y un aliño tremendamente equilibrado)

Espardeñas con melón y encurtidos (producto de primera y dos sabores de complicado contraste, un plato difícil pero espectacular)

Espárragos blancos, yema batida y jugo meloso de garbanzos (un torbellino de sabores, una explosión de sensaciones, un juego de texturas)

Guisantes con atún y caldo de atún con jengibre (quizá el mejor plato, la inigualable sensación vegetal del guisante lágrima de costa, con un atún meloso y delicado, además del contraste que le otorga el jengibre. ¡Brutal!)

Rodaballo con calabacines y alcachofas (perfecto producto y plato bien ideado, pero se pasó un poco el punto del pescado, quizá el único "pero" dentro del menú)

Cabrito asado con cebolletas (19 horas de lento confitado a 70 grados. El resultado, pura mantequilla, se deshacía en la boca. Acompañado con cebolletas rellenas confitadas con vinagre de Jerez. De nuevo, un plato sublime)

Perlas de lima, cítricos y té verde (refrescante placer, lleno de balances, de acidez, de dulzor, puro pecado venial)

Manzana con regaliz y café (de nuevo los contrastes de sabores y texturas en un postre técnicamente perfecto. Imperial su armonía con el Palo cortado P triángulo P de Osborne)

Un fantástico café (algo últimamente complicado de encontrar) y unos deliciosos petit-fours (a cada cual mejor) completaron un menú que, insistimos, rozó la perfección. Casi tres horas de puro placer.

La carta de vinos es espectacular y está presentada en 7 tomos diferentes, algo que sin duda facilita su lectura. Los tomos son de espumosos (con una de las mejores cartas de champagnes que hemos visto), blancos manchegos, tintos manchegos, blancos nacionales, tintos nacionales, blancos internacionales y tintos internacionales. Las referencias son múltiples y tenemos varios de los vinos más prestigiosos del mundo. Los precios varían mucho y encontramos vinos algo caros y otros a precios muy ajustados, simplemente hay que gastar tiempo y leerla con detenimiento, algo que a nosotros nos encanta. Hay además una excelente selección de vinos tradicionales andaluces por copas, una auténtica bendición. Aún así, les propusimos llevar nuestro propio vino (que no tuvieran en carta y fueran vinos de una cierta calidad, algo lógicamente indispensable), a lo que accedieron sin cobrar descorche, algo que sin duda resultó un detallazo y que nos propició una amigable charla sobre ellos con su joven sumiller, un magnífico profesional con muy buenos conocimientos y con ganas de aprender.

Comenzamos con una copa de Fino La Ina con los aperitivos, un vino siempre convincente, siguiendo con nuestras aportaciones, un sublime, fino, profundo y mineral Dönnhoff Hermannshöhle GG 2004, uno de los mejores vinos blancos que hayamos probado y un clásico y contundente Barolo Vigna Rionda 1999 de Fratelli Oddero. Finalizamos con unas copas de Palo Cortado P triángulo P de Osborne, uno de los grandes vinos de Jerez, que a nuestro compañero de mesa le dejó absolutamente obnubilado. Un vino de pura emoción. Los vinos servidos perfectamente, copas nunca vacías. Vajilla y cristalería al nivel esperado y servicio de mesas impecable, perfecto en sus formas, capitaneado por Diego, el hermano de Pepe, un maitre como la copa de un pino. Al final de la comida Pepe tuvo el detalle de acercarse a nuestra mesa y dialogamos un rato sobre el menú y los vinos, algo que siempre resulta agradable, al menos para poder felicitarle personalmente por su excelente trabajo y preguntarle por algunas técnicas.

Eran ya muchas las voces autorizadas que nos habían señalado a este restaurante como el mejor de Madrid (está a 35 km de la capital) e incluso alguno más nos lo había hecho como el mejor de toda la zona centro. Nosotros no llegamos a tal afirmación pues todavía nos faltan por conocer algunas grandes referencias en dicha zona como Arola Gastro, Sanceloni, Atrio o La Alquería, pero desde luego que tenemos que señalar a este restaurante como una referencia en la zona, como uno de los mejores que hemos tenido la ocasión de visitar. Todo nos pareció maravilloso, incluso el local terminó igualmente transmitiéndonos el encanto de su sencillez.

Con respecto al precio, con el menú más los vinos de Jerez y los consabidos impuestos la cosa se fue a 115 euros. Para nosotros es dinero, no vamos a engañarnos, es algo que sólo podemos gastarnos muy de pascuas a ramos, pero sinceramente nos parecieron muy bien invertidos, hasta el punto de que podríamos destacar la excelente RCP de este restaurante. Encontrar un menú degustación de esta calidad y profundidad a este precio es algo harto complicado. Creemos que tiene más que merecida su estrella michelín y si continúan por esta senda la segunda es solo cuestión de tiempo. Una referencia imprescindible en la zona centro y la gran estrella en Castilla La Mancha, quizá junto con Las Rejas, pero el Bohío todavía nos ha gustado algo más. Volveremos sin duda, quizá en los rigores invernales, pues tenemos entendido que su ropa vieja y sus callos son sublimes. Una gran experiencia.

Acudí a El Bohío incentivado por los comentarios de esta página y la lamento no coincidir con los comentarios anteriores. Siendo odiosas las comparaciones, tenía además la referencia de que se le compara con Las Rejas, como el otro referente de La Mancha. Para mi gusto, no son comparables ni de lejos.

Salvo el servicio de sala: impecable. Como también el servicio de vino, de mesa... todo lo accesorio es estupendo menos el estampado de las sillas.
Como único defecto de la Sala, la falta de separación de fumadores y no fumadores en un restaurante que cuenta con buena carta de puros: llegamos tarde y comimos muy "ahumados" por los (riquísimos) habanos de las otras mesas.
Pero a los restaurantes se va a disfrutar de la comida. Comimos un menú corto, de tres platos.
Un gazpacho de tomates cherrys con albahaca que se resultó ser un gazpacho normal y corriente con dos cherrys flotando en el centro y que eran lo único que había sido aromatizado con albahaca.
Los salmonetes con alcachofa y calabacín son exactamente eso: unos filetes despinados de salmonete muy bien fritos. Pero con una crema de alcachofa y unos trozos diminutos de calabación que no aportan nada. El filete de salmonete frito sin más sería exactamente lo mismo.
Por último, un pichón que sí estaba riquísimo. En definitiva, tres platos para poder disfrutar de uno solo.
El postre tampoco tenía misterios. Como que olvidé qué era desde que salí por la puerta.
A esas alturas de insatisfacción, ni copa ni puro. A casa.

Un placer haber comido en este Restaurante dónde primordialmente imperan los sabores tradicionales manchegos con algún que otro matiz mediterráneo. Una carta de vinos muy correcta, y una cristalería perfecta para su degustación. El local podría ser mejorable, pero también es cuestión de gustos. Tomamos menú degustación, nos dijerón que era sorpresa pero les comentamos si nos podían incluir dos platos que deseabamos probar, y nos los incluyeron.

EL MENÚ:

- Atascaburras con ali-oli y miel (tal vez el más flojo).
- Los dos foie gras (rape y pato) en escabeche con toques de cacao (muy bueno).
- Erizo con canela, manzana y curri (muy bueno también pero un poquito demasiada canela).
- Espardeñas con asadillo manchego (riquísimas).
- Salmontes con calabacín y alcachofa (que nos perdonen porque estamos en la Mancha pero fue el mejor).
- Ropa vieja y el caldo del cocido (sabrosísimo).
- Colmenillas rellenas de pollo guisado, avellanas y foie gras (excelente combinación).
- Cordero asado con fritura de tomate (en su punto).
- Callos. Los probamos un poco de rebote porque nos los ofreció con un poquito de guasa, la verdad que estabamos hartos de tanta comida pero no pudimos resistir la tentación de probarlos, estaban: ¡Ummmmmmmmmmmmmmmmmmmm!!!!!!!!!!!!!

- Pasión vainilla y coco (lo de siempre).
- Flan de caranelo (muy original y buenísimo).
- Agua y café.

BODEGA:

- Marc Hebrat, Blanc de Blancs Premier Vru Brut.
- Framingham Sauvignon Blanc.
- Vega Guijoso 06.

RESUMIENDO: Hay que probarlo, merece la pena.

Va a parecer que soy amigo de los dueños, es con diferencia nuestro restaurante favorito como podreis ver por los comentarios.

Poco que añadir. Todo al nivel acostumbrado y eso es decir mucho. Servicio y sala perfectos, y la cocina fantástica.

repetimos sólo un plato (ropa vieja, imprescindible) y fue a petición nuestra, desde nuestra última visita. Como siempre un espectáculo.

Hay que conocerlo.

De acuerdo con los comentarios, es dificil comprender lo de la michelín.

Gracias a todos. Intentaremos volver lo antes posible :-)

Todo un espectaculo cada vez que visitamos esta casa.
Lo extraño que tenga tan poco reconocimiento por parte de las guías,especialmente la Michelín.
En el menú clásicos como la anchoa,huevo con velo e tocino,ropa vieja y pestiños rotos.
Otro espectaulo la sala y la bodega,con un vallegarcia vioggner y caliza perfectamente servidos.
Gran trabajo el de los hermanos.

Tenía muchas ganas de probarlo, no solo por los comentarios aquí vertidos sino porque además me pilla bastante cerca del "pueblo" (a 53km)

Este puente "tocaba" probar un estrellado, la primera opción era DiverXO, pero cerraba domingo y lunes, lo mismo pasaba con Kabuki Wellington, así que fuimos a por clásicos, quedaba Coque o El Bohío.

No se si otra elección hubiera sido mejor (cuando haya probado el resto lo sabré) pero desde luego el resultado ha sido excelente, a pesar de lo leído ha sido una sorpresa la calidad de la comida, todo un conjunto de platos tradicionales actualizados y de sorprendente presentación.

Michelín debería poner algún valor más entre sus estrellas, este es lo que debería ser un 1+, supongo que el local es el que le "quita" la segunda estrella. Cierto es que es acogedor y familiar, pero personalmente prefiero un ambiente más frío y sobre todo más espacio, con ello se gana algo más de tranquilidad y el nivel sonoro es menor.

Pedimos el menú de degustación, con un fijo. Estos fueron los platos:

Aperitivos

Atascaburras, Miel y Cuajado de Ali-Oli
Anchoa con Queso y Remolacha
Perdiz en escabeche con Foie y frutos secos al cacao
Espardeñas con Asadillo Manchego

Ropa vieja y el Caldo de Cocido
El huevo envuelto en Tocino con el pan y el caldo de la sopa de ajo
salmonete con jugo de moluscos y níscalos
Oreja de cerdo confitada y Adobada

Pestiños rotos con yogur y hierbabuena
Crujiente de Café con Cacahuetes y Baileys
El Postre de Chocolate

Petit Fours

El último postre fue una petición añadida al menú. La verdad es que todos los platos estaban muy buenos, pero destacaría la ropa vieja, que no hay que perdérsela nunca, la anchoa y la oreja. No obstante, el plato que mas nos sorprendió fue la Perdiz, por su presentación, muy al estilo de Quique Dacosta, parecía un jardín Zen.

Para lo vinos nos dejamos llevar y por primera vez un maridaje me ha parecido correcto sobre todo en precio, que normalmente suele ser un robo sin sentido. Los vinos excelentes:

Lavit, Brut Nature (copas)
Vallegarcia, Viognier (copas)
Caliza 06 (botella)
Aljibes 05 (copas)
Silvano Garcia, Monastrell 07 (copas)
y rematamos con Martín Miller

Menos el cava (lógico), todos los vinos de la tierra.

Soy más de probar sitios nuevos que de repetir, aunque en algunos hay que hacerlo y este será uno de ellos.

Premios Verema

  • premio_verema
    Mejor Mejor tratamiento del vino
    2014

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