Jo con los Italianos

Ya me habían avisado que tuviera cuidado con los italianos y tenía que haber hecho caso después de probar el joven e impetuoso Gioviano y el más maduro y reposado pero lleno de vida, Nero ne.
Pero una es curiosa por naturaleza y cuando me surgió la oportunidad de catar un Sassicaia 2003 no fui capaz de negarme y he caído
Me he enamorado ... de ese vino.
Ya desde el descorche marea su fragancia. Y es hermoso, oscuro, brillante, con tierna lágrima. Dulce y suave al primer contacto con la lengua se crece en el paladar, inundándolo todo. Pasaron los minutos, minutos, y ya había crecido, pasó una media hora y eso era increíble, qué profundidad, como te llena, qué delicia. A la hora yo creía que ya se había mostrado en toda su plenitud, un gran caballero andante, y estaba gozando de esa profunda emoción.
Pues bien, me equivoqué.
Quedó un tercio en la botella y con la idea de seguir disfrutándolo más tarde, lo tapé con su corcho, nada de Vacuvin, y lo puse en la puerta de la nevera.
Por razones que no vienen al caso no pude rescatarlo de la nevera hasta cuatro días después. Lo saqué con miedo, con pena por no haber podido acabar de gozarlo cuando estaba en su mejor momento. Qué maravillosa sorpresa cuando descubrí que no había perdido absolutamente nada, que es más, había crecido y se había extendido de una forma indescriptible. Bebí un trago y cuando estaba a punto de tragarlo, volvía con un impetuoso golpe de sabor intenso, con miles de matices, a rebosar de sensaciones.
¡Uf! Hasta ahora no había sentido nada así con un vino
¿Hay antídoto para esto?